sobre el mármol de la cocina.
Aquel lugar deshabitado largos años
mantuvo el utensilio. Yo era otra
al volver a destaparla. Vi moho,
vi roña, vi partículas muy confusas
nadando en el agua pestilente. Vi
la forma de la cacerola intacta.
Recorrí con la mirada cansina
los alrededores del lugar, y el tiempo
se volcó sobre mí: el mismo edificio,
la misma calle, las mismas acacias.
El hedor de la cacerola era tan intenso
que me aparté a la ventana
para respirar. Mirando la calle
vi la misma gente, las mismas
posturas de la gente, las mismas
conversaciones de la gente. Lo vi
todo igual. Vacié aquel hediondo
líquido y restregué la porcelana
con un viejo estropajo que se deshizo
entre mis dedos.
3 comentarios:
El pasado mohoso y roñoso corrompido por el óxido del tiempo. A pesar de todo, algo en nuestro interior se empeña en darle una pátina de amable y deseable. Eso es la nostalgia. Pero "aunque volviera ahora a aquella playa, no volvería a aquella playa" (Pessoa).
Vale más gastarse que enmohecerse.
Con gente pedante no estés ni un instante.
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