Por ello te pedimos y agradecemos que nos relates, mediante un comentario en nuestro blog (ya sea con tu nombre, con tu nick, o como anónimo), tu experiencia real más impactante o marcadora: aquello que personalmente más te ha impresionado, conmovido o hecho sentir en tu vida.
No tiene por qué ser un suceso insólito ni extraordinario: sólo aquello que, aunque pueda parecer trivial o anecdótico, a ti (por la razón que sea) te impactó o sobrecogió.
Cuando dispongamos de un número suficiente de historias vividas, editaremos esos relatos (por supuesto, sin propósito lucrativo).
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2 comentarios:
F. EN BOHEMIA
En la Capilla de los Espejos del Klementinum de Praga escuchaba yo, va para tres años, unas partituras de Mozart, en el mismo espacio físico que él visitó 1787 y que tanto ponderó (la acústica, la belleza de los frescos del techo...). Sentado en primera fila, digo, escuché una competente ejecución, pero juraría que la comercialización de casi todo que ha llegado a esta hermosa ciudad bohemia fue la causa de que los tempos discurrieran un poco taquicárdicos (había que ir corriendo a tocar en la abadía de K....). Digo que hallé poco sosiego y escasa puesta en escena (los músicos iban en camisa: uno no pedía que vistieran a la federica, pero...).
Había mucho oriental entre la audiencia; calladitos, descargando su nikon en las pausas sobre todo lo que tuviese presencia física.
La misma noche, en la Opera del Estado (construida en el XIX por la comunidad alemana), vimos una "Traviata" aseada en lo vocal y escueta en el decorado. El teatro, bellísimo. Después, un excelente gulash en Arkitectus.
El día siguiente decidí visitar la tumba de Dvorak, que estaba en el cementerio de Vysehrad. Al llegar al camposanto -de medianas dimensiones, sobre un altozano que desciende en pronunciada pendiente hasta el Moldava- reparé en una anciana que, encorvada, arreglaba una tumba de alguien que debió de ser músico (una rosa esculpida en mármol y el grabado de un violín sobre la lápida lo indiciaban), y fue ella quien me indicó dónde estaba la tumba de Dvorak. En un panteón cobijado por un pórtico sobre columnas, el busto del gran músico miraba muy serio en dirección a la cercana iglesia de San Pedro y San Pablo.
Iba de regreso hacia la salida cuando, casualmente, topé con la que resultó ser la tumba de Smetana, cuya efigie figuraba en un medallón de bronce sobre un obelisco de mármol blanco. Había flores frescas. Pero me había olvidado de él...
Era una tarde de setiembre cálida y apacible, ni el rumor urbano ni el ruido del tráfico rodado eran perceptibles desde aquel rincón sombreado y recoleto. Y..., y lo más emotivo, lo que va a vincular para siempre aquella visita al rincón de los recuerdos memorables aconteció: estaba ante aquella tumba y del carrillón de la iglesia brotaron las notas del poema sinfónico suyo "Moldava", uno de los seis que componen su obra "Mi patria".
Inolvidable, créanme.
Gracias, F. Es una historia muy bonita y conmovedora. Un abrazo.
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