Disculpe. Pensé por un momento
que usted era alguien que conozco.
Me suele suceder. Una vez en el teatro de la plaza
cuando aún se encontraba allí, volví la cabeza
mientas las luces se encendían y me vi allí con una joven
y otra pareja. Fuera en el vestíbulo miré al hombre
y él miró hacia otra parte. No le resultaba conocido.
Bueno, como dicen, es cosa de dos,
y de todas formas no sé qué
caso hubiera tenido. ¿Sabemos quiénes somos,
piensa usted? Los niños parecen saberlo.
Una vez pregunté
a una niña pequeña. Dijo que había estado enferma.
Dijo
que se veía diferente y se sentía diferente. Yo dije,
“Tal vez no eras tú”. ¿Cómo lo sabes?”
“Sí, yo era yo”, dijo ella, “sé que lo era.”
En parte ya no me preocupa o no como antes.
No soy nadie más
y nadie al fin y al cabo. Todo el resto
lo ignoro. No sé nada.
Me golpeó. Pensé que era Harry cuando lo vi
y pensé: “le preguntaré a Harry”. Sin embargo
no creo que él sepa. No es que me confunda.
No quiero decir eso. Si alguien apareciera y dijese,
“Pregúnteme”, no sabría ni por dónde empezar.
Ni siquiera tengo preguntas. Es la forma
en que me desvanezco
como si yo fuera la persona de
una foto instantánea puesta a la luz.
Y el entorno se borra como si despertáramos
en el crepúsculo equivocado y las cosas
se volvieran oscuras y grises
cuando las esperábamos más nítidas. De lo real
cada vez menos. No hay punto fijo.
Las preguntas fijan
un punto, como las respuestas.
Las cosas se mueven otra vez
y sólo queda apartarse. Estaba equivocado:
deberíamos prescindir de preguntas y respuestas
y todo lo que aprendemos es qué
sonora resulta nuestra ignorancia.
Eso es lo que quería decirle a Harry.
Usted se le parece. Gracias de todos modos.
5 comentarios:
El pobre trapo
¿qué culpa tendrá él
de ser bandera?
Aquel que me oiga cantar
pensará que estoy alegre.
Y soy como el ruiseñor,
que canta cuando se muere.
Quien no come después de harto, no trabaja después de cansado.
El peor enemigo es el invisible.
La rima, por lo descarado de su artificio, puede infundir un aire de embuste a la composiciones más verídicas y su actuación es contrapoética, en general: Toda poesía es una confidencia, y las premisas de cualquier confidencia son la confianza del que escucha y la veracidad del que habla. La rima tiene un pecado original: su ambiente de engaño.
(BORGES)
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