anclo mi coraza. No segrego ni nácar
ni perlas, la belleza no me importa,
enlutado guerrero que, con sus negras lanzas,
se oculta en una grieta de la roca.
Viajar es arriesgado pero a veces me muevo
-las espinas haciendo de muletas-
y, por torpe, las olas me revuelcan.
En el mar peligroso busco la roca
de donde no haya de moverme nunca.
En la armadura soy mi propio prisionero:
una prueba de cómo, si no hay riesgo,
la vida es un fracaso.
Afuera está la luz y canta el mar.
Dentro de mí la sombra: la seguridad.
2 comentarios:
Un barco está seguro en el puerto, pero un barco no es para eso.
La vida es del tamaño de tu coraje.
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