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sábado, 14 de octubre de 2017

Por fin regresas (por So Chung-Ju)



He venido a verte, Suna.
Cuánto eres tú aquí, niña.
Vienes de los cuatro puntos cardinales
con tu sonrisa
cuando voy caminando solitario por la calle
Chong-ro.

Te he echado de menos
cada vez que cantaba algún gallo en el alba.
¿Me has oído llamarte?
Oh, Suna, cuántos siglos hace ya que no te veo.

Aquel día en que te fuiste en ataúd de flores
más allá de la montaña
no quedó en mis ojos más que el cielo vacío,
en mis manos ni una cabellera para acariciar.
Y cómo llovía... Tras la vela, fui abriendo la puerta
de piedra donde cantaban los búhos
y encontré un río de miles de millas...
Y cómo pudiste volver, o en qué arco iris bajaste
desde tu escondida casa, desde donde ni siquiera
has podido escribirme.

En los cuatro caminos de la calle Chong-ro
un mar de nieblas, o un mar de niños y niñas,
vienen charlando al sol.
Y entre estas niñas de diecinueve o veinte años
¡oh, por fin regresas en sus ojos, en su sangre,
en su corazón,
Suna, Suna, Suna! ¡Oh, cómo te veo venir y estar presente!


2 comentarios:

cajón desastre dijo...

Ante la nieve todos somos niños, ante el amor todos somos niños, ante la muerte todos somos niños, la nieve es una niña con vestido blanco, una niña pequeña que da sus primeros pasos sobre la tierra.

(BOBIN)

Ignatius Reilly dijo...

Pasé ante una ventana cerrada
con el picaporte roído por el polvo,
vi a Penélope
tejiendo su lienzo de larga espera.

Quería que parase
que se calmara
que se lavara
que se perfumara
para tomar una taza de café en la cafetería
o que fuese al cine
o que leyera un libro
o que fuese a la peluquería
para cambiar de cortte.

"Él no vendrá", le dije.
"Sal, Penélope
sufre, ama, canta, baila, emborráchate,
tus senos se van a vaciar
tus cabellos van a encanecer
tus aguas se van a desecar..."
Pero ella siguió
sorda a las llamadas de la vida,
prisionera del mito.

(MARAM AL-MASRI)