que me enseñó a montar en bicicleta
tiñéndose las canas: se había puesto, porque la resistencia mancha,
una camisa azul de su marido
muerto.
Mi primera maestra, Doña Cati,
a través de sus gafas, ya estando jubilada: Mi-pa-pá
es-el-más-gua-po-del-mun-do-y-mi-ma-má-la-más-fuer-te
del-pla-ne-ta-tie-rra.
El cinturón de Hipólita es aquel par de gafas.
El día de su boda con el poeta Manuel Altolaguirre,
la poeta Concha Méndez caminó
flotando, con su traje de menta, hacia el altar
de los Jerónimos: su ramo de novia era un manojo
fresco de perejil.
El cinturón de Hipólita es aquel ramo verde.
Y el modo en que mi madre, a los cincuenta, le cambiaba las pilas
a su audífono para asistir a clases
en la universidad (las manos son las mismas que, con catorce
años, dejaran los compases y dictados
para ponerse a amasar pan).
El cinturón de Hipólita nunca lo robó Hércules.
Hércules robó el oro,
pero no la riqueza. ¿Cómo expoliar aquello que se mama,
capital invisible, indivisible, cual río
sangre abajo? Robó Heracles
el oro. Nos dejó
la nobleza.
4 comentarios:
En la mitología griega, Hipólita es la reina amazona, dueña de un cinturón mágico que le había regalado su padre, Ares.
El noveno trabajo de Heracles fue obtener el cinturón.
En una versión de la historia, Hipólita se enamora de Heracles y le da el cinturón voluntariamente.
En otra, Heracles secuestra a una de las hermanas de Hipólita, Melanipa, exige el cinturón como rescate y libera a la amazona cuando lo obtiene.
Después de que Heracles obtuviera el cinturón, Teseo, uno de sus compañeros, secuestra a Antíope, otra hermana de Hipólita.
Las amazonas atacan entonces (porque Hera, la enemiga de Heracles, ha difundido el malintencionado rumor de que Heracles está allí para atacarlas o secuestrar a Hipólita), pero Teseo y Heracles escapan con el cinturón y con Antíope.
Según otra versión, Heracles mata a Hipólita en su huida. Para rescatar a Antíope, las amazonas atacan Atenas, pero fracasan; en algunas versiones, Antíope muere durante el ataque.
Cuando compre un espejo para el baño
voy a verme la cara
voy a verme
pues qué otra manera hay decíme
qué otra manera de saber quién soy.
-
Cada vez que desprenda la cabeza
del fárrago de libros y de hojas
y que la lleve hueca atiborrada
y la deje en reposo allí un momento
la miraré a los ojos con un poco
de ansiedad de curiosidad de miedo
o sólo con cansancio con hastío
con la vieja amistad correspondiente
o atenta y seriamente mirarme
como esa extraña vez -mis once años-
y me diré mirá ahí estás
seguro
pensaré no me gusta o pensaré
que esa cara fue la única posible
y me diré esa soy yo ésa es idea
y le sonreiré dándome ánimos.
(IDEA VILARIÑO)
EL PUTO PROFETA (Rafael Baldaya)
Tras cada error
y aún tumbado en el suelo
vendrá quien te sacuda
-lo sabía,
-algo así no podía acabar bien,
-mira que te advertí,
-ya te lo dije...
Y si no hay alguien para volcártelo,
arrojártelo,
echártelo encima...,
...si el profeta no aparece,
entonces
una parte de ti
te lo dirá.
Cuánta razón que llevas, Rafael
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