zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

jueves, 8 de marzo de 2018

Medallas (por Charles Simic)


En la chatarrería
hay una pequeña cesta de mimbre
llena de medallas
de viejas guerras
que nadie recuerda.

Le di la vuelta a una
para sentir el alfiler
que una vez atravesó
el orgulloso pecho del héroe.



5 comentarios:

Pablo M dijo...

Mueren en la guerra sin saber por qué mueren. Carne de cañón, soldaditos de plomo (de plomo óseo y carnal) al servicio de intereses de otros que -por supuesto- no arriesgan sus vidas. Así fue y es (¿y será?) siempre.

ORáKULO dijo...

Hay muchos locos (Hitler, Stalin...) que no están médicamente locos. Pasan por cuerdos, pero a menudo están más locos que los locos "oficiales" .

hAiKu dijo...

El viento mueve
todo a su paso, pero
¿quién mueve al viento?

Tragikomedia dijo...

Es un monstruo grande y pisa fuerte sobre la pobre inocencia de la gente.

Lloviendo amares dijo...

VOSOTROS LOS NORMALES (Saiz de Marco)


Tal vez en algún sitio y en un pliegue del tiempo los Pol Pots, los Stalins, los Hitlers…, los tiranos y monstruos de la Historia (o quizá sus espectros lavados, depurados) nos recriminarán:

-Yo era un pobre pirado con la cabeza ida, un tipo "iluminado", un loco de remate (y además lo sabíais: se notaba a la legua).

Pero vosotros no.

Vosotros erais cuerdos, personas razonables, seres equilibrados.

Y aun así me dejasteis realizar mis delirios, disponer a mis anchas, salirme con la mía.

Me permitíais todo. Todo me consentíais.

En nada me coartabais.

¿Acaso no debisteis vosotros, los normales, ponerme a buen recaudo, impedir mis desmanes y mantenerme a raya?

¿Por qué no os rebelasteis?

Vosotros que podíais ¿por qué no hicisteis nada?

¿Por qué nunca objetabais mis consignas absurdas, mis sanguinarias órdenes, mis demencialidades?

Si a otros los repudiabais y teníais por lunáticos -y hasta los encerrabais en algún manicomio-, ¿por qué, en cambio, conmigo no hicisteis nada de eso?

¿Por qué me obedecíais siempre y sin rechistar?

¿Por qué no me salvasteis de mí mismo -y de paso os librasteis de mí-… vosotros, los normales?