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viernes, 26 de octubre de 2018

Saltas entre tus muertes (por Ocean Vuong)


Estás en el campo minado otra vez.

Alguien que ahora está muerto


te dijo que es aquí donde aprenderás

a bailar. Nieve sobre los labios como una herida


con sal, saltas entre tus muertes, negro como la menstruación

de un dios. Tus brazos abren pequeñas heridas


en el viento. Eres algo hecho. Y luego

te hicieron sobrevivir, lo cual quiere decir que eres


hijo de alguien. Lo cual quiere decir que si abres los ojos habrás vuelto

a esa casa, estarás bajo una cobija estampada con veleros amarillos.


El novio de tu madre, su calva anillada de pelo rojo

como un planeta incendiado, se hinca


de nuevo junto a tu cama. Olor de whisky y Oreo

molido. La nieve entra por la ventana: cenizas que retornan


de una fábula fallida. Su mano con tinta derramada

sobre tu pecho. Y sigues bailando dentro del campo minado


sin moverte. Las cortinas aletean. La luz ambarina

bajo la puerta. Su respiración. Su cara azul y húmeda: la tierra


girando en la órbita de nadie. Y tú quieres que alguien diga Oye… Oye…

creo que bailas muy bien. Me muero por un poco de vals,


querido. Quieres que alguien diga que todo esto

sucedió hace mucho. Que una noche, muy pronto, empacarás


tu libro de bolsillo favorito y la .45 de tu madre,

que el refugio más seguro siempre fue el pensamiento


sobre tu cabeza. Que es justo (tiene que serlo)

cómo nuestras manos nos lastiman y luego nos dan


el mundo. Cómo puedes amar el mundo

hasta que no quede nada por amar


más que uno mismo. Y luego puedes detenerte.

Luego puedes alejarte de nuevo, de vuelta a la niebla


que empareda el campo minado, donde la arteria en tu cuello

te adora hasta cero. Puedes alejarte. Puedes ser nada


y seguir respirando. Créeme.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

"Puedes ser nada y seguir respirando". Qué cierto.

cajón desastre dijo...

Largo y profundo
como un dormir sin sueños
ni pesadillas.

Isidoro Capdepón dijo...

Nacemos y morimos, y esos son los únicos días de nuestra vida que no tienen 24 horas.

casa de citas dijo...

Sería preciso que un solo rostro
respondiera por todos los nombres del mundo

(ÉLUARD)

cajón desastre dijo...

El muerto no es un muerto: es la muerte.

(BORGES)

Fuego de palabras dijo...

Los muertos siempre nos miran, dicen,
cuando nos ponemos los zapatos o preparamos un bocadillo;
nos miran por el suelo de cristal de los barcos del cielo,
mientras bogan lentamente por la eternidad.

Ven nuestras coronillas moverse en la Tierra
y, cuando nos tumbamos en el campo o en un sofá,
narcotizados acaso por el zumbido de una tarde calurosa,
creen que les devolvemos la mirada,

lo que les hace alzar los remos, callarse
y esperar, como padres, a que cerremos los ojos.


(BILLY COLLINS)