con mano firme empuñé la única rienda,
recién calzado, recién absuelto -pero no recién nacido-
en la grandilocuente, la cordial pradera.
Desatado como el cielo corría mi corcel
y en armonía con el cielo brotaba mi canción.
Ah, los años a mi espalda parecían perdidos, perdida la proeza,
cuando olvidados los estribos yo cabalgaba.
-Pero qué cactus son estos en mis manos,
perros salvajes y espectros, ¿lo envuelven todo?
Y regresé a esa tierra crepuscular,
galopando, galopando, galopando,
amarrado a este fatuo, a este inexorable caballo
de ojos sin párpados y de nombre, remordimiento.
4 comentarios:
Sin caballo, sin galope, sin riendas. Sólo cuatro paredes y una pequeña ventana que dejaba caer un pedazo de cielo sobre una cama blanca
El remordimiento no sólo muerde, sino que muerde y re-muerde y vuelve a morder. Pasa como con el res-quemor que quema y re-quema y vuelve y revuelve a resquemar.
Ser feliz es una decisión que hay que tomar todos los días, que no depende de las condiciones de vida que uno tenga, sino de la actitud con la cual enfrenta los problemas. La felicidad es eso: Decidir ser feliz.
(FRIDA KAHLO)
Sí, Frida, palabras y más palabras. Cuando la vida no te da respiro y si áun a poco de morir te arrojan cuervos, debes gritarles y decirles: "¡Quiero ser feliz!". Entonces huyen despavoridos porque nunca les habían arrojado tanta verdad a sus picos de rapiña.
Publicar un comentario