pero a mí sólo una migaja.
No me atrevo a comerla,
aunque perezca.
Tenerla, tocarla,
es mi doloroso placer.
Confirmar la hazaña que hizo mío el pedacito.
Demasiado feliz, en mi suerte de gorrión,
para codicia mayor.
Puede haber hambruna a mi alrededor
que no perderé ni siquiera una miguita.
¡Tan espléndida resplandece mi mesa!
¡Tan hermoso se muestra mi granero!
Me pregunto cómo se sentirán los ricos,
los maharajás, los condes. Yo creo
que, con sólo una migaja,
soy soberana de todos ellos.
2 comentarios:
Felicidad lograda, caminamos
por ti sobre un filo de espada.
(MONTALE)
monumento a cierto mediodía de Oporto que fue como si sobrase el resto de la vida,
monumento a los días que fuimos a la yerba en Teberga,
monumento al día que paseamos a Beatriz Amposta por el Trastevere, que ahora se llamará Tristévere,
monumento a Diego Ortiz, a Giacomo Moro, a la chirimía y a la chirivía,
monumento a la noche en que dormimos los cuatro en una cama en una habitación sin techo abierta a las estrellas de la Toscana,
monumento a las tartas de ruibarbo del granjero menonita,
monumento a Lêdo Ivo leyendo a ‘A un olmo seco’ en el ejemplar que fue de Cernuda,
monumento a Giordano Bruno cantando come on baby light my fire con Brunori Sas,
monumento a la sidra que bebimos en el carro del centollo,
monumento a aquella melodía oída solo una vez en un trapiche de Río que quiere salir de mí, y no sabe,
monumento a la mano de mi abuelo apretando la mía justo antes de morir (aunque el médico dijera que imposible).
(MARTÍN LÓPEZ-VEGA)
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