y se hunde ardiente en el golfo que hay debajo,
no se oye una voz de la naturaleza que lance un grito
ante ese suceso. Al menos los pájaros han de saber
que el firmamento se vuelve oscuro.
Murmurando algo quedo en su pecho
un pájaro empieza a cerrar los ojos descoloridos;
o sorprendido demasiado lejos de su nido,
apresurándose a poca altura de la arboleda, uno que andaba perdido
se precipita, justo a tiempo, al árbol que recuerda.
A lo sumo piensa o gorjea suavemente: "¡A salvo!
y que ahora la noche se me haga del todo negra.
Que la noche me resulte demasiado oscura para ver
el futuro. Que lo que haya de ser, sea".
1 comentario:
Aceptar lo que no podemos cambiar es lo adecuado. Pero ¿qué podemos cambiar y que no? ¿Dónde termina la aceptación y empiezan la rendición, la claudicación, la acomodaticia resignación? Creo que el poema podría haber distinguido entre una cosa y la otra.
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