Pues mañana no existe y todo es noche,
llámame ayer.
Camareros de punta en blanco,
agilísimos,
recorren la tierra
como si fuera una gran, única sala
y llegan hasta mí para decirme
en Bogotá o Los Ángeles
que tú estás al teléfono,
no ahora,
sino hace un mes o un siglo,
buscándome hacia atrás,
hacia lo más adentro de todas las edades
y que me esperas
en un ayer, que es ya, de tan lejano,
la aurora del mundo.
Lo que escucho,
mezclados con tu voz,
no son interferencias o ruidos de la línea
sino cercanos
bramidos de dinosaurios,
que nos hacen tan jóvenes,
tan jóvenes,
que nuestro futuro es regresar al mar,
que nos nazcan aletas en el cuerpo,
con nostalgia de brazos,
y que el sabor salino de mis labios
no sea el de tus lágrimas
sino el del agua
salada en la que naceremos.
Hacia atrás, hacia atrás,
hasta fundirnos en la primera célula.
Y sea ese final
nuevo principio que dé razón del mundo.
1 comentario:
Sólo en las hondas raíces del tiempo
crecen las plantas eternas del amor.
Muchas veces pasamos de largo y no vemos,
sordos como somos a la queja del amor.
Pasamos a un paso como si no estuviera
allí diciéndose. Y está allí y pasamos
de largo para siempre.
(MUÑOZ ROJAS)
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