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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Por qué no ahora (por Anna Ajmátova)


Vendrás de todos modos. ¿Por qué no ahora?
Cuánto he esperado. Vienen los malos tiempos.
He apagado la luz y abierto la puerta
para ti, porque eres mágica y sencilla.
Asume, por tanto, la forma que más te plazca,
apunta y dispárame un tiro envenenado,
o estrangúlame como un eficiente asesino,
o bien inféctame —el tifo sería mi suerte—,
o irrumpe del cuento de hadas que escribiste,
aquel que estamos cansados de oír día y noche,
en que los guardias azules trepan las escaleras
guiados por el conserje, pálido de miedo.
Todo me da lo mismo. El Yenisei se arremolina,
la Estrella del Norte brilla como brillará siempre,
y el destello azul de los ojos de mi amado
está oscurecido por el horror final.


4 comentarios:

Anónimo dijo...


El río Yeniséi (en ruso: Енисей)? es un largo río de la Rusia asiática o Siberia que fluye en dirección norte a través de las repúblicas de Tuvá y Jakasia, y el krai de Krasnoyarsk hasta desaguar en el golfo homónimo (mar de Kara, océano Ártico). Tiene una longitud de 4093 km, pero contando el sistema fluvial Yeniséi-Angará-lago Baikal-Selengá-Ider alcanza los 5539 km, lo que lo sitúa como el quinto río más largo del mundo.

cajón desastre dijo...


Como tú sufro la negra separación permanente.
¿Por qué lloras? Mejor dame la mano y prométeme volver en un sueño.
Tú y yo somos un monte de dolor. En esta tierra tú y yo jamás nos
encontraremos.
Si pudieras tan sólo enviarme a medianoche
por medio de las estrellas tu recuerdo.

casa de citas dijo...

No parece que vayamos a enterarnos nunca de los principios primeros de las cosas. Los ratones que viven en algunos agujeritos de un edificio inmenso no saben si ese edificio es eterno ni quién es el arquitecto ni por qué ese arquitecto lo edificó: somos esos ratones.

(VOLTAIRE)

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Qué difícil saberlo. La Belleza
no era la belleza de los libros de Historia
del Arte —¿el Partenón?, ¿la Capilla Sixtina?,
¿los "Nenúfares" de Monet al óleo
o los vitrales góticos de Chartres?,
nada de eso importaba, bien miradas las cosas—,
sino las bragas negras de algodón de Virginia,
en primer plano, desde mi pupitre.

'Oh my God'. Qué buenorra —o 'buenarrotti'— estaba.
Qué-nivel-Maribel, de nueve a diez
—los martes y los jueves—, al descruzar en clase,
tan 'botticellimente', o qué sé yo,
como dos iniciales en mayúsculas,
las larguísimas piernas de la Felicidad
o aquel interminable mes de Abril-
y-cerrar-de-ojos (que dura todavía).

Al irse en mayo, con todos sus vestidos,
las ruinas clásicas no eran ya de otro mundo.

(SANTOYO)