sábado, 25 de abril de 2020
También ustedes pasan (por Silvio Mattoni)
Pasan de a miles por el puente blanco
que cruza el río menor, no navegable,
de esta ciudad imprecisa: sin un mar
a menos de mil kilómetros de acá.
¿Los pueden ver? También ustedes pasan
como puntos de una línea imaginaria
que se construye en la ilusión de fechas
y en el vacío mágico de nombres.
No nombro la ciudad ni los recuerdo
más que por lo que hicieron: gestos, notas,
afectos, versos, deseos de marcar
un punto en esa hilera parpadeante.
Pero no hay líneas, todo se extingue
y estas estrellas sudamericanas
ya se apagaron cuando nos alumbran.
“¿Y cuántos son entonces, cómo suman
la gracia de escribirse en el momento
de disolverse? ¿Y el arte de enterrarlos
y negarlos y ahora convertirlos
en parlamentos?” Querrás decir relatos
de un teatro perverso, que no niega
los nombres, las imágenes, los rictus,
guiños perdidos de una luz que pasa.
Miro el puente que los está esperando
y pienso que tal vez nunca los vuelva
a escuchar. Ahora empieza mi propia
bajada al río. Hay una sombra, tinta
que mancha el tiempo de la hoja escrita
con todos los momentos de este día.
Palabras y palabras, les hago una promesa
que es sólo para mí: no dejaré
pasar el viento fresco de noviembre
sobre la casa, el campus o la cámara
teatral de papeles que se arrumban.
Y en lo que sopla escucharé una risa
que vuelve tarde del patio o del pasto
en la vieja casa o en la universidad,
los brazos llenos de libros, ¿la ven?,
y yo que todavía no podía escribir,
me fallaba la vista y no estaba
vivo ni muerto y no sabía nada
mirando el foco de luz, el silencio.
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2 comentarios:
Nunca querré juzgar. Comprender solo.
No querré la balanza ni la espada
ni los ojos vendados. ¡Bien abiertos
al motivo, al secreto, a la mentira,
al crimen, al impulso, a la desgracia!
El espejo prefiero: ese que ahonda,
con su forma y color de corazón,
corazón mío. Pues yo soy también
el ángel, el asesino, el niño.
El que yerra, el que acierta, el que tropieza.
(JOSÉ LUIS SAMPEDRO)
Hasta 2015, en USA no había ningún museo de la esclavitud. ¿Por qué nos escondemos de nuestros pecados? El primer paso hacia la recuperación, hacia ser mejores personas o un mejor país, es ser capaces de ponernos en pie y hablar sinceramente de quiénes somos. Yo soy estadounidense, vivo en un gran país que nació del genocidio y se construyó sobre hombros de esclavos.
(MICHAEL MOORE)
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