viernes, 1 de junio de 2012
Tan grandes como son y sin embargo (por Saiz de Marco)
Los satélites no albergan esperanza
Las estrellas terminan consumiéndose
pero agonizan sin miedo ni angustia
Las constelaciones no tienen nada de qué arrepentirse
con lo cual su no-conciencia está siempre tranquila
Las galaxias nunca se enamoran
Tan grandes como son y sin embargo a los quásares nada les duele
de sus radiaciones no brotan lágrimas
Allí fuera nadie nos entiende
allí fuera nadie habla nuestro idioma
Las estrellas terminan consumiéndose
pero agonizan sin miedo ni angustia
Las constelaciones no tienen nada de qué arrepentirse
con lo cual su no-conciencia está siempre tranquila
Las galaxias nunca se enamoran
Tan grandes como son y sin embargo a los quásares nada les duele
de sus radiaciones no brotan lágrimas
Allí fuera nadie nos entiende
allí fuera nadie habla nuestro idioma
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4 comentarios:
Gran verdad (y deslumbradora). Hay una novela llamada Solaris, de Stanislaw Lem (un autor de relatos de ciencia ficción procedente de la Europa del Este) que se hizo famosa en los años 70, e incluso se ha hecho alguna película sobre ella, en la que un planeta, llamado precisamente Solaris, es un ser vivo. O sea, no es que el planeta esté habitado como pasa con la Tierra, sino que el planeta entero era , todo él, un ser vivo. Supongo que una cosa así, en principio no puede descartarse.
El carcelero es también un prisionero.
(proverbio tunecino)
No me digas que no beba,
no vaya a ser que otro día
quiera beber y no pueda
porque me falte alegría.
Si no hace viento, no hace mal tiempo.
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