jueves, 6 de septiembre de 2012
Con el recuerdo de mi olvido dentro (por Manuel Altolaguirre)
Se agrandaban las puertas. Yo gigante,
con el recuerdo de mi olvido dentro,
atravesaba las estancias,
golpeando las paredes sordas.
¡Qué collar interior en mi garganta
de palabras en germen, de lamentos
que no podían salir, que se estorbaban
en su gran muchedumbre!
¡Cuánto tiempo de olvido incomprensible!
Siempre ella en su ventana.
Su ventana entre dos nubes
-una y ella- siempre.
Y yo distante, agigantado, loco,
con el recuerdo de mi olvido dentro,
pesándome en el alma su naufragio,
agarrándose, hundiéndome,
en un espeso mar de cielos grises.
.
con el recuerdo de mi olvido dentro,
atravesaba las estancias,
golpeando las paredes sordas.
¡Qué collar interior en mi garganta
de palabras en germen, de lamentos
que no podían salir, que se estorbaban
en su gran muchedumbre!
¡Cuánto tiempo de olvido incomprensible!
Siempre ella en su ventana.
Su ventana entre dos nubes
-una y ella- siempre.
Y yo distante, agigantado, loco,
con el recuerdo de mi olvido dentro,
pesándome en el alma su naufragio,
agarrándose, hundiéndome,
en un espeso mar de cielos grises.
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6 comentarios:
¡Qué collar interior en mi garganta
de palabras en germen, de lamentos
que no podían salir, que se estorbaban
en su gran muchedumbre!
Y cómo pesan las palabras que debieron decirse, que pedían ser dichas pero no las dijimos...
-¿Cómo se dice: "no sabo" o "no sepo"?
-Pues no sé.
El buen profesor crea vocaciones. El mal profesor crea deserciones.
El día que yo nací
acababa de nacer
y a los quince días justos
ya tenía medio mes.
Si Dios hubiera querido prohibir el vino, las viñas serían amargas.
(proverbio francés)
Ni hay mal ni hay bien que duren años cien.
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