miércoles, 12 de septiembre de 2012
Municipal y obvio (por Joaquín Giannuzzi)
No arriesgó nada
no practicó la irreverencia
no mordió el sexo del paraíso
no padeció la pesadilla del vivir
no aulló por falta de demonios en el vientre
no enturbió el agua de ninguna academia
no gozó la locura de la realidad
no destruyó su propia fisiología
no reveló lo insensato de la sensatez
no orinó ni escupió ni eyaculó fuera de foco
no hizo de la palabra la enemiga total
no metió ningún dedo en la llaga
de ninguna cosa hizo destino
no tuvo miedo de sí mismo
no metió mundo ni absoluto en sus venas
no arrulló entre sus brazos una bomba ni siquiera pacífica
no tuvo pensamiento ni ademanes ni colores militantes
no se encamó con el monstruo de sí mismo
no hizo del vacío una utopía
no amó ni para nacer ni para morir
no telefoneó al otro mundo, no arrojó
bocanadas de sangre sobre el orden y el lenguaje.
Fue correcto adecuado municipal y obvio
o sea una buena persona en el peor sentido de la palabra.
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8 comentarios:
La verdad es que este poema complementa en cierto modo al anterior, de Bukowski. No, no debemos permitirnos ser zombis - muertos en vida - almas en pena. No debemos dejar de meter mundo y absoluto en nuestras venas, ni de arrojar bocanadas de sangre sobre el orden establecido. Sin hacer daños a nadie, eso sí, no debemos dejar de hacer nada de eso.
El destino del genio es ser incomprendido, pero no todos los incomprendidos son genios.
Todo lo que el hombre puede aprender de la historia es que el hombre no aprende nunca de la historia.
A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz.
(WALT WHITMAN)
Hay un eclipse de sol cada día producido por la Tierra. Es lo que llamamos noche.
(WAGENSBERG)
Bien se disculpa el picar por el gusto de rascar.
Nada en el mundo está destinado a perdurar, y menos aún a durar para siempre. Con escasas excepciones, los objetos útiles e indispensables de hoy en día son los residuos del mañana. Nada es realmente necesario, nada es irreemplazable. Todo nace con el sello de la muerte inminente; todo sale de la cadena de montaje con la etiqueta de fecha de caducidad; las construcciones no comienzan a menos que se hayan concedido los permisos para la demolición (si fuese necesaria), y los contratos no se firman a no ser que se establezca su duración o se permita su terminación en función de los riesgos del futuro. No hay pasos ni elecciones definitivas ni irrevocables. Ningún compromiso dura lo suficiente como para alcanzar un punto sin retorno. Todas las cosas nacidas o fabricadas humanas o no, son hasta nuevo aviso e imprescindibles. Un espectro se cierne sobre los moradores del líquido mundo moderno y sobre todas sus labores y creaciones: el espectro de la superfluidad.
(BAUMAN)
Te tomo de la mano, asusta lo incompletos que somos.
(ANTONIO ORIHUELA)
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