1. PRÓLOGO
No habían cumplido años ni la rosa ni el arcángel.
Todo, anterior al balido y al llanto.
Cuando la luz ignoraba todavía
si el mar nacería niño o niña.
Cuando el viento soñaba melenas que peinar
y claveles el fuego que encender y mejillas
y el agua unos labios parados donde beber.
Todo, anterior al cuerpo, al nombre y al tiempo.
Entonces, yo recuerdo que, una vez, en el cielo…
2. PRIMER RECUERDO
Paseaba con un dejo de azucena que piensa,
casi de pájaro que sabe ha de nacer.
Mirándose sin verse a una luna que le hacía espejo el
sueño
y a un silencio de nieve, que le elevaba los pies.
A un silencio asomada.
Era anterior al arpa, a la lluvia y a las palabras.
No sabía.
Blanca alumna del aire,
temblaba con las estrellas, con la flor y los árboles.
Su tallo, su verde talle.
Con las estrellas mías
que, ignorantes de todo,
por cavar dos lagunas en sus ojos
la ahogaron en dos mares.
Y recuerdo…
Nada más: muerta, alejarse.
También antes,
mucho antes de la rebelión de las sombras,
de que al mundo cayeran plumas incendiadas
y un pájaro pudiera ser muerto por un lirio.
Antes, antes que tú me preguntaras
el número y el sitio de mi cuerpo.
Mucho antes del cuerpo.
En la época del alma.
Cuando tú abriste en la frente sin corona, del cielo,
la primera dinastía del sueño.
Cuando tú, al mirarme en la nada,
inventaste la primera palabra.
Entonces, nuestro encuentro.
5 comentarios:
Antes de la Tierra, antes de la vida, antes del universo..., ¿dónde estaba todo?, ¿dónde estábamos?
Y ¿cómo era?, ¿cómo éramos todos?
¿Cómo fuimos y estuvimos todos en aquel tiempo (o no-tiempo)?
En la torre está el reloj;
el mochuelo, en el olivo;
en mi corazón, la pena:
Cada cosa está en su sitio.
Caballo sin espuela, barco sin vela.
Latidos del corazón
son los cantes de mi tierra,
por eso los canto yo.
El peso de la ansiedad es mayor que el del mal que la provoca.
(DANIEL DEFOE)
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