jueves, 19 de septiembre de 2013
El frío (por Almudena Guzmán)
Nada.
No pegaba nada con tanta lluvia,
esa chaqueta de angorina rosa y botones de nácar
que él me regaló.
Tampoco encendimos una velita al apóstol,
porque un niño a nuestro lado acababa de darse un cabezazo
tremendo contra la pila bautismal
y hubo que consolarlo hasta que llegaron sus padres.
El museo nos desilusionó.
Yo me puse rara y él venga a mirar al cielo,
y al final un paseo dudosamente conciliador por los
soportales
-basta que a mí me hicieran gracia los punkies, para que
a él lo escandalizasen-,
después de mi vaso de leche y su maniática ginebra
“MG con Schweppes de naranja, por favor”.
Ah,
se me olvidaba contaros
que el frío fue la nota predominante del día
y que la noche, a pesar de todo, la pasamos juntos.
Espalda contra espalda.
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6 comentarios:
Buena crónica de un mal día. Pero no creo que la culpa fuese de la chaqueta, ni del museo, ni del chaval que se rompió la crisma con el pilón del agua bendita. El problema más bien venía de otro sitio.
El no ser es un tesoro.
(LEOPOLDO MARÍA PANERO)
Borrico trasquilado, a los tres días arreglado.
Poco a poco, hila la vieja el copo.
Es probable que se deje llevar aquél que ignora dónde quiere ir.
Las cosas apelmazadas y trascendentales deben desaparecer, comprendida entre ellas la Máxima, dura como una piedra, dura como los antiguos rencores contra la vida; a la Máxima es a lo que menos se quiere parecer la Greguería.
(GÓMEZ DE LA SERNA)
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