lleno de dicha y lleno al mismo tiempo
de sagrado temor, miro esta noche
tu misteriosa plenitud. Mis ojos
van siguiendo tu curso, el arco mágico
que trazas en el cielo, y te agradece
el corazón rendido la belleza
que al mundo le regalas.
Sé que riges,
junto a otros astros, mi destino y nunca
me he negado a ser tuyo: ¿quién podría
desoír tu fulgor sin saber luego
siglos de oscuridad? He pretendido
siempre que mis poemas, en el fondo
–aunque los versos de otra cosa hablasen–,
te celebraran y que fueran dignos
de elevarse hacia ti, porque no ignoro
todo lo que te debo.
Pongo, madre,
bajo tu dulce protección los cantos
que este libro reúne, y te suplico
que los acojas y que no les niegues
el don supremo de tu luz divina.
4 comentarios:
Un gran poema, como nos tiene acostumbrados Rosillo.
Existe un único lenguaje humano, con variedades meramente marginales.
(CHOMSKY)
Gatos hambrientos
en el banco del parque.
Ya no está el viejo.
(ANA AÑÓN)
Soy una persona profundamente superficial.
(ANDY WARHOL)
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