Los reyes no tocan las puertas.
Ellos no conocen esta dicha: empujar ante sí con suavidad o rudeza uno de esos grandes paneles familiares, volverse hacia él para colocarlo de nuevo en su lugar,
La dicha de empuñar por el vientre, por su nudo de porcelana, uno de esos altos obstáculos de una pieza;
Con una mano amistosa, él la retiene todavía, antes de empujarla decididamente y encerrarse,
4 comentarios:
A tal cornada, tal estocada.
Los puñales y las lanzas no son tan afilados como las lenguas.
(proverbio malayo)
Sobreproteger es dañar.
Un solo yo.
Solo uno en cada cuerpo.
Uno y no más.
(RAFAEL BALDAYA)
Publicar un comentario