¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía
y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojines, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, más honda la diaria melodía.
¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella,
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.
¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso -¡oh Ausencia hueca y fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.
3 comentarios:
JRJ, siempre un paso por delante del lenguaje. Siempre por delante de la expresividad de las pobres palabras que se dicen y se escriben.
Goce triste, dolor que apetece. Maravilloso oxímoron.
Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestras tumbas serán por las palabras no dichas y por las obras no realizadas.
(STOWE)
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