Le gusta caminar a solas por las calles,
sin prisas, con las manos a la espalda,
contemplando el bullicio matinal.
Responsable, aquel niño
debió de obedecer toda su vida.
Hoy sale de detrás de lo que, tantos años,
era su disfraz de hombre.
Algunas cosas no han cambiado: cosas
breves y suaves, como las ausencias
que las primeras luces encienden al crepúsculo.
Recuerda cuando al niño que ha vuelto le decían
que los muertos estaban en el cielo
un cielo que es a veces tan azul,
tan frío al alejarse de la tierra,
tan negro al encenderse las estrellas.
El niño toma al hombre de la mano.
Los dos van alejándose hasta ser
una mota en el cielo. Aves de paso.
3 comentarios:
El niño/niña que fuimos es como un antepasado del que no sabemos todo y al que a menudo no comprendemos ni aprobamos (él tampoco).
Quema lo que has adorado, adora lo que has quemado!
(ROLAND BARTHES)
La cama del amor era una roja
palabra.
La cama era una bestia de obediencia,
una becerra blanca
con guedejas de sol entre las nubes.
La cama estaba abierta como un pájaro
con las plumas en vilo por los aires.
Relámpagos de sangre
transpiraba su orquesta palpitante.
Mantas como llanuras con palomas,
espacio como un vientre bajo un vientre.
(JUAN EDUARDO CIRLOT)
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