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jueves, 1 de diciembre de 2016

El infinito (por Giacomo Leopardi)


Siempre amé esta colina solitaria,
y esta espesura que me oculta en parte
esa línea final del horizonte.
Pero, mirando a lo lejos, imagino,
más allá de estas frondas,
espacios insondables, sobrehumanos silencios,
y una quietud tan honda
que calma y estremece.
Y al oír, dentro de este silencio infinito,
el susurro del viento entre las plantas,
pienso en la eternidad y en los tiempos que han muerto,
y en el presente vivo, que hoy me deja su música.
Y en esta inmensidad se abisma el pensamiento,
y naufragar en este mar me es dulce.


5 comentarios:

Ignatius Reilly dijo...

El lenguaje de los marineros nos describe bien. Somos náufragos que van zozobrando a la deriva en el mar del Infinito.

Náufrago viene de naus (nave, barco) y marea y mareo vienen de "mar". Zozobra y deriva también son palabras de los navegantes.

Nunca se cansa
de velas y de mástiles
el horizonte.

hAiKu dijo...

Sin mí estaría
igualmente completa
la humanidad.

(RAPHAEL BALDAYA)

ORáKULO dijo...

Por suerte no todos ignoramos las mismas cosas.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Aunque tú no me quieras,
tengo el consuelo
de saber que tú sabes
que yo te quiero.

batiBURRILLO dijo...

Gárgola:

Desagüe saledizo en los tejados de los edificios medievales, que por lo común tiene la forma de una grotesca caricatura de un enemigo personal del arquitecto o del propietario. Esto ocurría sobre todo en las iglesias y edificios eclesiásticos, cuyas gárgolas ofrecían una verdadera «galería de delincuentes» formada por los herejes y disidentes locales. A veces, al entrar en funciones un nuevo deán y un nuevo capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por otras, más estrechamente relacionadas con los resentimientos privados de los nuevos titulares.



(BIERCE)