Te llamábamos
a veces por tu nombre
para decirte lo que nos dolía,
para pedirte cosas,
para quejarnos
del frío
-como si fueras responsable del invierno-
para preguntarte, suspicaces,
en dónde habías guardado esto o lo otro.
Pero
¿qué te dimos realmente?
¿Qué hubiéramos podido haberte dado a ti,
que parecías no necesitar nada
más que estuviéramos allí, llamándote
a veces por tu nombre,
para pedirte siempre:
-danos, danos?
esa palabra impronunciable, impura.
Porque lo extraño es que tal vez te amábamos.
Pienso que te amábamos.
¡Ah, sí, cómo te amábamos!
Presenciamos inmóviles tu vida
y ahora, frente a tu muerte,
se nos vienen de pronto todas esas palabras
que no escucharás nunca.
4 comentarios:
Antaño nos sabíamos el mundo al dedillo:
-tan pequeño que cabía en un apretón de manos,
tan fácil que se describía con una sonrisa,
tan común como el eco de las viejas verdades en los rezos.
La historia nos saludaba con fanfarrias de gloria:
-echaba arena sucia en nuestros ojos.
Aún nos esperaban rutas lejanas y sin salida,
pozos envenenados, pan agrio.
Nuestro botín de guerra es el saber del mundo:
-tan enorme que cabe en un apretón de manos,
tan difícil que se puede describir con una sonrisa,
raro como el eco de las viejas verdades en los rezos.
(SZYMBORSKA)
El arte es una inutilidad imprescindible.
(GORKI)
Me crece el corazón porque estás delante.
(CANTAR DE MÍO CID)
A menudo la vida nos castiga cumpliendo lo que deseamos y nos premia negándonoslo.
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