sábado, 25 de noviembre de 2017
Y la esperaba (por Sharon Olds)
Podía levantarme a cualquier hora,
a cualquier hora mirar por el pasillo,
siempre ahí, sentado, estaba mi padre,
su cabeza oscura hundida
entre las orejas del sillón.
Tan inmóvil que parecía un objeto,
la bata abierta, en las rodillas,
como si en el mundo no hubiera nada más
sino mirar la piscina amanecer. Él sabía
que su muerte había empezado, y la esperaba
como se espera un trabajo por hacer.
No se inmutaba cuando sentía mis pasos: tan suyo,
permanecer inmóvil dejándose mirar,
como una escultura queriendo sentir
la mirada que la acaricia. Esperaba
que el borde de mi camisón entrara en escena
y sólo entonces se dignaba mirarme,
sin mover la cabeza, esperando el beso
que iba hacia él, y no al revés,
el beso que borraba su soledad
mientras intentaba tragar una minúscula
gota de agua: ahí tenía a su hija
con la taza para escupir, su hija
para vaciarla. Pasaba el día entero
mirándolo dormir, mirándolo despertar.
Nada más caer la noche volvía a la cama
con su mujer. No volvería a estar solo
hasta la madrugada siguiente:
centinela del mundo nocturno,
guardián del agua, de la tierra informe,
de las sombras, sentado inmóvil,
como si lo único que esperaba
fuera a su hija.
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6 comentarios:
"Él sabía que su muerte había empezado, y la esperaba como se espera un trabajo por hacer". Como un deber que cumplir. Nace, crece, reprodúcete (o no), muere. Pero ¿qué o quién me manda a mí hacer todo eso)
? Eh, ¿quién o qué da aquí las órdenes?
Los días son lluviosos. Mañana entraremos en el mes de diciembre y habrán pasado cincuenta y cinco años desde la fuga de Dora. La noche cae pronto y es preferible: borra el tono gris y la monotonía de estos días de lluvia en los que uno se pregunta si en verdad existe el día o si se trata más bien de un estado intermedio, una suerte de eclipse sombrío, que se prolonga hasta primeras horas de la tarde. Entonces, las farolas, los escaparates, los cafés se iluminan, el aire de la noche es más vivo, el contorno de las cosas es más preciso, hay embotellamientos en los cruces, la gente se apresura en las calles. y en medio de todas esas luces y de esa agitación, me cuesta creer que me encuentro en la misma ciudad donde residían Dora Bruder y sus padres, y también mi padre, cuando tenía veinte años menos de los que yo cuento ahora. Tengo la impresión de ser el único en establecer el vínculo entre el París de aquel tiempo y el de hoy, el único que se acuerda de todas esas minucias. En algunos momentos, el vínculo se adelgaza y está a punto de romperse; pero algunas noches la ciudad de ayer se me aparece con reflejos furtivos detrás de la de hoy.
(PATRICK MODIANO)
Comprender no es perdonar, pero se acerca mucho.
En la batalla
del caos y la nada,
ganó el caos.
(RAFAEL BALDAYA)
Ni Cristo es culpable de todo lo que se ha hecho en su nombre, ni Marx es culpable de todo lo que se hizo en el suyo.
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