Fui a dar un paseo por la vía del tren.
La seguí durante un rato
y me salí en el cementerio del pueblo.
Allí descansa un hombre entre
sus dos esposas. Emily van der Zee
está a la derecha de John van der Zee.
Mary, la segunda señora van der Zee,
amantísima esposa también, a su izquierda.
Primero se fue Emily, después Mary.
Al cabo de unos años, el propio John van der Zee.
Once hijos nacieron de esas uniones.
También están muertos a estas alturas.
Éste es un lugar silencioso. Un lugar tan bueno como
cualquier otro para descansar del paseo, sentarme y
pensar en mi propia muerte, que se acerca.
Pero no entiendo, no lo entiendo.
Todo lo que sé de esta delicada y sudorosa vida,
de la mía y de la de los demás,
es que dentro de poco me levantaré
y dejaré este extraño lugar
que ofrece amparo a los muertos. Este cementerio.
Me iré. Andando primero sobre un raíl
y luego sobre el otro.
2 comentarios:
La vida es una danza electroquímica.
Nuestras vidas son suizas,
tan quietas, tan frías,
hasta que una tarde extraña
los Alpes se olvidan de sus cortinas
y miramos detrás.
Italia está al otro lado
mientras, en medio como un guardia,
los Alpes solemnes,
los Alpes sirenas
se interponen para siempre.
(EMILY DICKINSON)
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