la lectura en griego de Safo, no
pasé por New Hampshire tampoco
no exploré el cante jondo
conozco a medias la historia de Ofelia
la foto que Nadar hizo de Sarah Bernhardt- no la vi
cristales de roca en las cuevas de Psicia
las calles de Jerusalén para otra vida
en trineo por los hielos de Labrador
las palabras justas para describir el peso de sus manos
no he probado el tautófono
los pisos de vidrio negro en el lupanar chino
no he visto al atún arremolinándose al final de mi línea
jugo de palma entre las moscas de Colombe-Bechar
no he sido enano, ni albino, ni obeso
no estuve en la masacre de Retif
ni me asfixié en el naufragio del RMS Lancastria
no era yo quien jugaba en las calles de Belfast
ni pasé mis mejores años en la fábrica de hojalata de Chenstochowa
no era yo ése que bailaba con los árboles
el que marchaba con Malcolm X y Stokely Carmichael
el chico descalzo de la estación Lao Cai
el que pintaba con rayos de sol distraídos
el que saltaba de la escollera al mar de noche
el que contrapuso a Terencio con Propercio y a Tácito con Ovidio
el que era amigo de Yü mei jen
o discípulo del profesor jubilado Stefan Szuman
el que aprendió a dominar el didgeridú
el que comió Lüfer azul con las manos en las calles de Antioquía
no
el que se aprendió de memoria los poemas de Kazimiera Illakowiczowna
no
el que tuvo ocho hijos
el que partió de las tinieblas del 'tiempo-de-ahora' (honyn kairós)
no
el que vivió en la Fondamenta delle Zattere con una santa
el que recorrió los anales judiciales de Viena y escarbó en los casos Riehl y Hervay
el que esbozó no una sino varias cosmovisiones
el que murió por otro
el que se emborrachó con raki en una taberna de Cluj
no era yo
el que aprendió a tejer con las lanzaderas
el que se inició en la ardua lengua finesa
el que recorrió la estepa desde Pedynivka
el que nadó entre el apareamiento de las ballenas frente a la costa de Manabí
el que pasó por conventos dominicos y basilianos
el que cambió de sexo
el que escribió "¿Qué importa quién habla?"
no estuve
no volé los planeadores Waco ni los Hadrian
ni desentrañé la espiritualidad de toda materia
ni estuve en la gran migración de la partición de la India
ni aprendí a leer la columna de Trajano
ni compuse mi sinfonía en el cuerpo de la mujer de la media luna
no fui selknam, ni cayuga, ni onondaga
no estudié los cielos
ni escalé el Fitz Roy
ni amé a una gitana albanesa en las orillas del río Shkumbin
ni vi pasar la Marcia su Roma de Mussolini
ni soñé con Pound en su cárcel de hierros en Pisa
ni trabajé en la Puszta
ni sembré cebada lino centeno
ni alcé las velas de un dhow o de una falúa
ni navegué el mar de Célebes o el golfo de Siam
nada de eso
Y a veces me pregunto qué es lo que he hecho
y cómo es que no hice lo no hecho,
y me digo,
así como una broma o un secreto:
¿Será tan sólo que no habré tenido tiempo?
1 comentario:
Sentimentalismo es querer experimentar una emoción sin tener que pagar su precio.
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