sábado, 30 de junio de 2012
Como copos de nieve (por Bernardo Atxaga)
Así mueren
las palabras antiguas:
como copos de nieve
que tras dudar en el aire
caen al suelo
sin un lamento.
Debería decir: callando.
¿Dónde están ahora las cien
maneras de decir mariposa?
En la costa de Biarritz recogió
Nabokov uno de aquellos
nombres: miresicoletea.
Mira, está ahora bajo la arena,
como la astilla de una concha.
Y los labios que se movieron
y dijeron justamente
miresicoletea
los de aquellos niños
que fueron los padres
de nuestros padres,
aquellos labios duermen.
Dices: un día de lluvia
mientras caminaba
por una calzada de Grecia,
vi que los guías de un templo
llevaban chubasqueros amarillos
con un gran dibujo de Mickey Mouse.
También los viejos dioses duermen.
Las nuevas palabras, añades
están hechas con materiales vulgares.
Y hablas del plástico, del poliuretano,
del caucho sintético, y afirmas
que acabarán todas muy pronto
en el contenedor de las basuras.
Pareces un poco triste.
Pero mira a las niñas
que chillan y juegan
frente a la puerta de la casa,
escucha atentamente lo que dicen:
El caballo se fue a Garatare.
¿Qué es Garatare? les pregunto.
Una palabra nueva, responden.
Ya ves, las palabras no siempre surgen
en solitarias áreas industriales;
no son necesariamente producto
de las oficinas de propaganda.
Surgen a veces entre risas,
y parecen vilanos en el aire.
Mira cómo marchan hacia el cielo,
como nevando hacia arriba.
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12 comentarios:
Mi abuela, a la despensa, la llamaba alacena. Esta palabra es ya moribunda. Y mira si era bonita (como casi todas las que vienen del árabe)... Mueve los labios y di Alacena.
Lo malo no son sólo las palabras que se pierden sino también las horrorosas palabras de importación, como guay, molar o flipar. Además no vienen solas sino en conjunción con palabras absurdas como “mola mazo” o “yo lo flipo” (¿a qué se refiere “lo”?). Pero lo peor es esa costumbre de, a la vez que se dice “entre comillas”, hacer las comillas con los dedos de las manos. Es algo que me supera.
Pues a mí me gusta que el lenguaje cambie. Surgen nuevas realidades y hay que llamarlas de alguna manera. Otra soluci´on es echarle imaginación. Los ingleses no se cortan y al i-phone le llaman zarzamora (blackberry).
Y por cierto, una web es una telaraña. Me encantan estas metáforas.
Encuentro en la palabra Valcárcel un poso histórico insondable: Valcárcel... Y viene a mi imaginación un valle angosto que muere en un circo de montañas. Allí, sobre una loma pedregosa, alza las murallas grises una prisión de forzados a perpetuidad..., que suele quedar reducida a unos pocos años, tal es el rigor con que esclavizan a los presos, que perecen como moscas.
De noche, retumba en las peñas el eco de los lamentos de los moribundos y los alaridos de los torturados. Pero sólo los venados insomnes y siempre alerta, los jabalíes que hozan en el huerto carcelario y los perros asilvestrados que escarban en el basurero los oyen. Y no entienden nada...
Hay palabras que tienen la virtualidad de sugerir historias, de disparar el mecanismo de la fabulación endógena. A veces, asociadas a otras, se complementan y sinergizan dando lugar a sugestivos relatos o películas mentales que pueden llegar a ser muy pintorescos...
De chicos jugábamos a urdir un relato instantáneo a partir de una palabra elegida al azar: perdóneseme la vanidad de decir que yo era un eficaz editor de fábulas.
Y es cierto que esa reata de palabros de usar y tirar que solemos oír en boca de nuestros más jóvenes carecen de esa capacidad de sugestión, con lo que las mentes juveniles se empobrecen inexorablemente.
En cuanto ese movimiento de deditos de los que necesitan sustentar lo que dicen -cuando quieren ser irónicos, o mordaces, o ingeniosos- con semejante idiotez (yo digo que están haciendo "los pajaritos"), quiere decir que se han perdido las inflexiones de la voz que hubieran hecho innecesaria cualquier explicación adicional: no sólo no se sabe escribir, sino que se está perdiendo incluso el saber articular un lenguaje mínimamente inteligible. A veces no entiendo lo que dicen los jóvenes actores de las películas habladas en castellano (?), tal es la deleznable prosodia que tienen.
A los leones, pues. O a la cárcel de Valcárcel.
Saludos, colegas.
Rodolfo, yo a mi pendrive le llamo garrapata, por las patitas con que se agarra al ordenata, cual garrapata a la oreja de un can.
Gran pena debe de ser, tener hambre y ver comer.
Un filtro ilógico
arroja esto al recuerdo,
lo otro al olvido.
(RAFAEL BALDAYA)
Los imperios son como las bacterias en una placa de Petri; de manera ciega, irreflexiva e indiferente se expanden hasta agotar la comida o contaminar el entorno con sus residuos, y luego mueren. Son autómatas y no pueden evitarlo: están programados para expandirse o morir, expandirse o morir, y, finalmente, expandirse y morir.
(ORLOV)
¡ Y menos mal
que no pueden mis yoes
liarse a guantazos !
(RAFAEL BALDAYA)
En tu vida hay dos silencios:
uno es silencio por fuera,
otro es silencio por dentro.
Noche estrellada.
Con mis ojos el cosmos
se ve a sí mismo.
(CUQUI COVALEDA)
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