sábado, 28 de diciembre de 2013
Aquel otro (por José Emilio Pacheco)
Hoy vino a verme el que no fui:
aquel otro
ya para siempre inexistencia pura.
Ardid verbal para el que “hubiera sido”,
forma atenuada de decir “no fue”.
Ahora lo entiendo:
quien no fui ha triunfado,
la realidad no lo manchó, no tuvo
que adaptarse a la eterna sordidez.
Jamás capituló ni vendió su alma
por una onza de supervivencia.
El que no fui se fue como si nada.
Ya nunca volverá, ya es imposible.
El que se va no vuelve aunque regrese.
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4 comentarios:
versiones mías que no fueron porque solamente se pudo seguir un camino y cada paso era una elección o bifurcación en que elegir por dónde se seguía caminando.
Más valen dos bocados de vaca que siete de patata.
Si las ingratitudes
fueran de aceite,
andara yo manchado
continuamente.
El hombre no debiera ver su propia cara. No hay nada más terrible que verla. La Naturaleza dio al hombre el don de no poder ver su cara, así como el de no poder contemplar sus propios ojos.
Sólo en el agua de los ríos y los lagos él pudo contemplar su rostro. E incluso la postura que tuvo que tomar para hacerlo fue simbólica. Tuvo que curvarse, inclinarse para cometer la ignominia de verse.
El creador del espejo envenenó el alma humana.
(PESSOA)
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