En una noche que debió ser lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.
4 comentarios:
Bromas pesadas nunca sean dadas.
No es para ti;
es para el abejorro
que el clavel huele.
(CUQUI COVALEDA)
Atan más los papeles que los cordeles.
Un niño sollozó chupando los pechos blancos de su madre
llenos de la leche negra del destino.
Los ojos de los cadáveres
miraban petrificados y tristes.
(BEHCET NECATIGIL)
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