¿Qué mano que en su forma más secreta
aquí se ofrece, cierta, constatada?
Qué divina labor la de esa mano
que con firmeza me ata a este paisaje.
¿Qué sagrada ventura, qué designio,
le hace velar por quien se ampara en ella?
¿De quién será esa mano tan recóndita
que no quiere dotarse de lo físico?
Qué sensación más placentera siento.
Mirando más allá del horizonte
la mano la percibo. Se presenta.
Me agarra firmemente protegiéndome.
En la distancia asiste silenciosa
y complace mi mudo llamamiento.
3 comentarios:
La mano que nos agarra suele ser la misma que nos sujeta.
Un millón de estrellas son dos ojos que las miran.
(ANTONIO PORCHIA)
Cuando se agacha
a jugar con un niño,
el hombre crece.
(GLORIA FUERTES)
Publicar un comentario