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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Y la música lanza pelotas a mi infancia (por Fernando Pessoa)


El maestro sacude la batuta,
lánguida y triste irrumpe la música...

Me recuerda a mi infancia, aquel día
en que jugaba al pie del muro de un patio
lanzándole una pelota que tenía de un lado
el deslizar de un perro verde, y del otro lado
un caballo azul que corría con jinete amarillo...
Prosigue la música, y he aquí en mi infancia
de repente entre mí y el maestro, muro blanco,
va y viene la pelota, ora un perro verde,
ora un caballo azul con un jinete amarillo...

Todo el teatro es mi patio, mi infancia
está en todos los lugares, y la pelota viene a tocar música,
una música triste y vaga que pasea en mi patio
vestida de perro verde tornándose jinete amarillo...

(Tan rápida gira la pelota entre yo y los músicos...)

La lanzo contra mi infancia y ella
atraviesa todo el teatro que está a mis pies,
juega con un jinete amarillo y con un perro verde
y un caballo azul que asoma por encima del muro
de mi patio... Y la música lanza pelotas
a mi infancia... Y el muro del patio está hecho de gestos
de batuta y de rotaciones confusas de unos perros verdes
y caballos azules y jinetes amarillos...

Todo el teatro es un muro blanco de música
por donde un perro verde corre tras de mi añoranza
de mi infancia, caballo azul con un jinete amarillo...

Y de un lado a otro, de derecha a izquierda,
donde hay árboles y entre las ramas al pie de la copa
con orquestas para tocar música,
para donde hay filas de pelotas en la tienda donde la compré
y el hombre de la tienda sonríe entre las memorias de mi infancia..

Y la música cesa como un muro que se derrumba.
La pelota rueda por el despeñadero de mis sueños interrumpidos,
y desde lo alto de un caballo azul, el maestro, jinete amarillo, se
vuelve negro,
agradece, colocando la batuta encima de la fuga de un muro,
y se inclina, sonriendo, con una pelota blanca sobre la cabeza.
Pelota blanca que le desaparece por las cuestas...



4 comentarios:

Isidoro Capdepón dijo...

La música es una incisión del otro mundo en éste.

Agridulce dijo...

La música es ruido sublimado. Esa sublimación es el gran misterio.

Fuego de palabras dijo...

Fui el último pasajero del día,
estaba solo en el autobús,
me sentía contento de que se estuvieran gastando tanto dinero
sólo para llevarme por la Octava Avenida arriba.
¡Conductor! grité, estamos usted y yo esta noche,
huyamos de esta gran ciudad
a una ciudad más pequeña más propia para el corazón,
conduzcamos más allá de las piscinas de Miami Beach,
usted en el asiento del conductor, yo varios asientos más atrás,
pero en las ciudades racistas cambiaremos de lugar
para mostrar lo bien que le ha ido arriba en el norte,
y busquemos para nosotros alguna diminuta villa pesquera americana
en la Florida desconocida
y aparquemos justamente al borde de la arena,
un enorme autobús como una señal,
metálico, pintado, solitario,
con matrícula de Nueva York.

(COHEN)

Lloviendo amares dijo...

Por todas las violencias consumadas sobre ella, por todas las humillaciones que ha sufrido, por su cuerpo que has utilizado, por su inteligencia que has pisoteado, por la ignorancia en la cual la has dejado, por la libertad que le has negado, por la boca que le has tapado, por las alas que le has cortado, por todo esto ¡de pie, señores, delante de una mujer!