jueves, 18 de marzo de 2010
Los justos (por Jorge Luis Borges)
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
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5 comentarios:
Quien sólo vive para sí, está muerto para los demás.
Qué gusto a nieve
de las alturas traes,
joven arroyo.
(ZÍMMERMAN)
No es que una imite a otra. Es que ambas, realidad y ficción, se imitan y plagian recíprocamente.
Si el labrador pensara, nunca sembrara.
Porque la vida eterna es aburrida
los ángeles del cielo juegan al pinacle,
los diablos del infierno juegan al póquer.
Puede oírse el golpe de los naipes sobre la mesa
en el silencio de la noche.
Y Dios jugando al solitario,
como también juega Satán,
sólo que él maldice y hace trampas.
(CHARLES SIMIC)
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