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lunes, 3 de octubre de 2011

Ese otro (por Darío Jaramillo)

Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en este cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,
esa sombra de piedra que ha crecido en mi adentro y en mi afuera,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el inmotivadamente alegre,
ese otro,
también te ama.

15 comentarios:

Agridulce dijo...

¿Quién no autodialoga? ¿Quién no conversa consigo mismo? ¿O es más bien una parte de nosotros que habla con la otra?

BSK dijo...

Yo no solamente dialogo conmigo mismo, sino que a menudo discrepo, diverjo y disiento de mí. El otro día tuvimos una pelotera de padre y muy señor mío. De hecho, estuvimos en un tris de llegar a las manos. Menos mal que vino el amigo Migo (ese que siempre va conMigo) y nos separó.

tERESA pANZA dijo...

El que a un mulo favorece,
con coces se lo agradece.

casa de citas dijo...

Hemos hecho del futuro el basurero del presente.

(DANIEL INNERARITY)

Círculo Cultural FARONI dijo...

Intenta conducir el odio hacia el olvido o la lástima.

(GOODMAN)

Anónimo dijo...

BSK, no sé si estás como una cabra o como una regadera.

A. dijo...

Bachi, se ve que ya estamos en primavera: comienza el descapulle de los turgentes capullos, como este de berza que aflora debajo del cultivo de FARONI.

BSK dijo...

Ni como una cabra ni como una regadera. Yo creo más bien que estoy como un cencerro. O quizá como una moto. O tal vez como las maracas de Machín. Váyase Vd, señor Anónimo, a saber.

Al (primaveral) dijo...

"Váyase Vd., señor Anónimo..." Leer hasta aquí y venirme el flash del gran Acomplejado (ese sí que está como un cencerro) fue todo uno.
Pero no me pareces facha, Bachi, aunque tampoco me hayas dado pruebas de lo contrario. Pero sueles ser mono y te va el badulaqueo y el vodebil si te punza en el ijar el aguijón botarate. Sospecho que eres vate vergonzante y diletante y que nos metes de rondón citas, refranes y algún forro de tu bodega. Vanidad esta última que he de disculparte, por ser este paria amigo de colocar lo suyo si le dieran cuartel o puesto fronterizo (entre la paciencia y el amago de agresión).
Tentado estaba de disponer esta soflama en columna vertical e inquebrantable, como hacen algunos que paren apaisados textos que no se resignan a ser prosa , creyendo los ilusos que sólo en la torre ha de hallar acomodo la poesía, sin reparar en que el puto Calatrava levanta torres que se resquebrajan y amenazan ruina pasados los fastos latronicios, y nos deja a los normales un regusto en la boca a repollo y algarroba: todo de muy poca poesía.
Sin embargo, el reptante y abovedado arte de Niemeyer, pegado a tierra, como un vivero de lapas albinas, tiene la durabilidad de la modesta grandeza y ha de perdurar cuando los engendros calatravos no sean sino escombro y chatarra corrompida.
¡Viva la democrática horizontal (que es la postura que más nos gratifica)!
¡Abajo la insolidaria vertical..., esa que los analfabetos locutores deportivos confunden con la perpendicular!
Pero qué se va a pedir si se llaman Manolo y nacieron en España.
Esto último me va saliendo en columna,y no me peta.
Cosa extraña siendo español...
Es hora de que me meta
otro chute de haloperidol.

BSK dijo...

Amigo Al, aquí nos tomamos todo con mucha risa. Por lo demás, recientes estudios han demostrado que cierto grado de locura es muy sano y beneficioso para la salud mental.

F. dijo...

Querido Karrashko, pienso que la locura nunca es buena, ni siquiera un gramo. Pasa que se confunde la imaginación y las piruetas del caletre con la disfunción mental. Lo raro es lo que escasea y existe en la Galaxia un déficit abrumador de pensamiento: el que piensa diferente es raro: o séase, chalaíllo.
Para decir desatinos con algo de enjundia se necesita cordura..., y un adarme de cultura; que se lo pregunten, si no, a nuestro amigo don Alonso, azote de bóvidos de barra de figón, pero solaz de cabreros que en su ignorancia (¿se puede llamar ignorancia a lo que saben los cabreros?), al amor de la lumbre, alcanzan a extasiarse con el verbo fulgurante del intrépido.
No sé si le alcanza en algo la locura al buen Quijano; pero a mi amigo don Alonso, ni por el forro.

BSK dijo...

Lleva razón, Sr. F. La enfermedad mental no es divertida. Conozco algún caso cercano y no lo es. Felizmente hoy la psiquiatría ha avanzado mucho y hay tratamientos y fármacos bastante eficaces. Pero no: ninguna enfermedad (física ni psíquica) es divertida.

También le digo, Sr. F., que la salud perfecta no existe. Ni la salud física ni la salud psíquica perfectas. De modo que, en mayor o menor grado, todos estamos enfermos. El problema es cuando la enfermedad te impide llevar una vida compatible con eso que hemos dado en llamar autonomía y socialidad.

Mi respeto a todos los enfermos del mundo. Mi respeto a su dolor.

F. dijo...

Sí que es difícil definir qué cosa es locura, Bachiller. Porque existen otras dolencias de menor gravedad -pero no necesariamente de menor sufrimiento- que mortifican la vivencia de muchos. Actualmente, asistimos a un repunte de la gráfica que las consigna: si descabellado es el régimen de vida que nos quieren imponer, no es extraño que los más frágiles vean cómo se les quiebra la frente.
Existe la convención de que la locura es aquello que hace que se perciba la realidad desde el delirio. Pero en puro delirio vive la mayoría, si por tal tenemos que la sociedad chapotee en una ciénaga
y ni siquiera sea consciente del rol que desempeña. El imbécil que vocifera en el estadio pero que acepta con resignación que le pisen el cuello y le traten como una res..., está más ido que venido.
Alguien inventó el término de "alienación" para calificar este estado de indigencia moral. Antes, un alienado era un orate. Algo del concepto antiguo debe de permanecer en el moderno.

tERESA pANZA dijo...


No hay mejor almohada que conciencia sana.

Lloviendo amares dijo...

Un milagro corriente:
que se produzcan tantos milagros corrientes.

Un milagro ordinario:
el ladrido de los perros invisibles
en el silencio de la noche.

Un milagro del montón:
una nube menuda y ligera,
capaz de tapar la luna llena y compacta.

Muchos milagros en uno:
un aliso que se refleja en el agua
y que se vea invertido de izquierda a derecha
y que crezca allá con la copa hacia abajo
y que no llegue al fondo
pese a la poca profundidad del agua.

Un milagro cotidiano:
vientos de ligeros a moderados,
borrascas en plena tormenta.

Un milagro cualquiera:
las vacas son vacas.

Otro milagro, quiérase o no:
este huerto y sólo éste,
de esta pepita y sólo de ésta.

Un milagro sin frac ni sombrero de copa:
palomas blancas en desbandada.

Milagro, porque cómo llamarlo si no:
hoy el sol ha salido a las tres catorce
y se pondrá a las veinte cero uno.

Un milagro que no sorprende lo debido:
una mano tiene menos de seis dedos,
pero tiene más de cuatro.

Un milagro, y basta con abrir bien los ojos:
el mundo omnipresente.

Un milagro tan adicional como adicional es todo:
lo impensable
se puede pensar.

(SZYMBORSKA)