lunes, 24 de octubre de 2011
Una orquídea entre las ruinas (por Alain Bosquet)
No te suicides, Señor; he aquí que aparece una orquídea entre las ruinas;
no te suicides, Señor; he aquí que renace el arroyo en el cráter de una bomba;
no te suicides, Señor; el cielo ha puesto escarcha sobre su rostro acuchillado, el océano ha curado su herida con un vendaje de coral.
Escucha, Señor; tu universo que era infantil como el cartílago, míralo arrepentido de su primer arrebato, de su mayor desobediencia;
los cometas continúan viajando, como berlinas tras un alto en la encrucijada de dos terrores;
el azul del cielo se ha hecho más profundo por haber sido un poco rapaz;
la aurora se ha hecho más bella por haber estado a punto de no regresar nunca.
El mundo no ha cambiado tanto, Señor:
mira esa aldea, cuántas cascadas podrían brotar de su charca, cuántos álamos de sus ortigas.
El mundo no ha sufrido tanto, Señor:
ya brota la espiga de trigo en la órbita de los que murieron de hambre,
ya las niñas saltan a la cuerda bajo las sombras de los que fueron decapitados.
La cosa no es tan trágica, Señor,
ya que existe el camino sin fin donde hasta el exilio es olvidado,
ya que existe el viento tan suave que en él hasta los suspiros son alegres,
ya que existe todo lo que grita el inmenso placer de estar vivo.
no te suicides, Señor; he aquí que renace el arroyo en el cráter de una bomba;
no te suicides, Señor; el cielo ha puesto escarcha sobre su rostro acuchillado, el océano ha curado su herida con un vendaje de coral.
Escucha, Señor; tu universo que era infantil como el cartílago, míralo arrepentido de su primer arrebato, de su mayor desobediencia;
los cometas continúan viajando, como berlinas tras un alto en la encrucijada de dos terrores;
el azul del cielo se ha hecho más profundo por haber sido un poco rapaz;
la aurora se ha hecho más bella por haber estado a punto de no regresar nunca.
El mundo no ha cambiado tanto, Señor:
mira esa aldea, cuántas cascadas podrían brotar de su charca, cuántos álamos de sus ortigas.
El mundo no ha sufrido tanto, Señor:
ya brota la espiga de trigo en la órbita de los que murieron de hambre,
ya las niñas saltan a la cuerda bajo las sombras de los que fueron decapitados.
La cosa no es tan trágica, Señor,
ya que existe el camino sin fin donde hasta el exilio es olvidado,
ya que existe el viento tan suave que en él hasta los suspiros son alegres,
ya que existe todo lo que grita el inmenso placer de estar vivo.
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7 comentarios:
Hay guerras y más guerras pero la vida sigue. Mi abuelo me contaba que en la guerra civil española los niños jugaban y correteaban entre cascotes de edificios bombardeados. El impulso vital es tan fuerte... Durante las guerras nacen bebés, o sea, que la gente sigue teniendo relaciones sexuales y traen hijos a esta porquería de mundo: a sus guerras y sus posguerras. Pero no sé si Dios tiene mucho que ver con esto, más bien son los instintos que nos gobiernan: de supervivencia, sexual, reproductivo... Sí, en buena medida (seguramente en toda la medida) somos lacayos de nuestros instintos, gracias a los cuales sobrevivimos.
Yo creo en la capacidad de amar y de positivismo en medio de situaciones adversas.
En el amor profundo y verdadero, cuando no sabes si seguirás vivo el día siguiente.
Y esto no es instinto solamente.
angel
La luz, qué duda cabe, tiene mucho prestigio, pero sólo sabe caminar en línea recta. No está preparada para esta vida, es más de la otra.
(TRAPIELLO)
Andar sin cola
quiere el pavo real,
pero no puede.
(CUQUI COVALEDA)
Los mejillones son las almejas de luto.
Quisiera yo renegar
de este mundo por entero,
volver de nuevo a habitar
por ver si en un mundo nuevo
encontrara más verdad.
No se puede escribir todo con el cerebro o todo con el corazón. Porque lo que se escribe con el cerebro sale frío y lo que se escribe con el corazón sale blando.
–¿Y entonces con qué escribimos?
–Con el estómago y el hígado, naturalmente, con el bazo y los intestinos, con esa zona. Con las putas entrañas.
(NEORRABIOS@)
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