muy lejos.
a menudo voy a este sitio pequeño
a comer
hacia las 2.30 de la tarde
porque toda la gente que come
allí está completamente cuerda,
alegre simplemente de estar viva y
comiendo su comida
cerca de un ventanal
que da la bienvenida al sol
pero no deja que entren los coches
ni las aceras.
al otro lado de la calle hay un bar
chino nudista
que ya está abierto a las 2.30 de
la tarde.
está pintado de un azul vacío e
indefenso.
se nos permite tomar tanto café
gratis como podamos beber
y todos nos sentamos y bebemos en silencio
el fuerte café negro.
es bueno estar sentado en algún lugar
público a las 2.30 de la tarde
sin que te arranquen la carne de
los huesos.
nadie nos molesta.
no molestamos a nadie.
los ángeles y los perros no están
muy lejos
a las 2.30 de la tarde.
tengo mi mesa favorita
junto al ventanal
y después de acabar
apilo los platos, platitos,
la taza, los cubiertos, etc
limpiamente
en una sencilla pila
-mi ofrenda a la
anciana camarera-
comida y tiempo
no están separados,
y ese cabrón del sol
ahí fuera
trabajando a base de bien
arriba y
abajo.
5 comentarios:
Me recuerda esto:
Amor, la noche ha sido larga
y llena de emoción,
pero amanece y me apetece
estar juntos los dos.
Bares, qué lugares
tan gratos para conversar:
no hay como el calor
del amor en un bar.
Amor, no he sabido encontrar
el momento justo,
pues con el frío de la noche
no estaba a gusto.
Mozo, ponga un trozo
de bayonesa y un café,
que a la señorita la invita Monsieur.
Y dos alondras nos observan
sin gran interés.
El camarero está leyendo el "As"
con avidez.
Amor, aunque a estas horas
ya no estoy muy entero, al fin…
Bares, qué lugares
tan gratos para conversar:
no hay como el calor
del amor en un bar.
De Jaime Urrutia (Gabinete Caligari)
A las 7 se apagan las farolas.
Qué pena todo en general.
(RODRIGO GARCÍA)
A menudo las consecuencias duran más que las causas.
Tiene la noche oscuridad de pozo,
negrura de pizarra, opacidad primaria de cristales ahumados.
Y hay algo que interroga y no encuentra respuesta,
un tanteo en lo oscuro más allá de las voces,
en el espacio abierto que media entre la propia
respiración y los lejanos
ladridos de los perros.
(JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA)
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