recuerda que sólo era un químico
que escribía música para relajarse,
su casa estaba llena de gente:
estudiantes, artistas, borrachos, vagabundos,
y él nunca sabía cómo decir no.
la próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que su esposa usaba sus composiciones
para forrar la caja del gato
o para cubrir jarras de leche agria;
ella tenía asma e insomnio
y lo alimentaba con huevos hervidos
y cuando él quería taparse la cabeza
para acallar los sonidos de la casa
ella sólo le permitía usar la sábana,
además, siempre había alguien en la cama de él
(dormían separados, cuando dormían)
y como todas las sillas solían estar ocupadas
a menudo dormía en la escalera
envuelto en un viejo chal;
ella le decía cuándo cortarse las uñas,
no cantar, o silbar, o poner demasiado
limón en el té, o apretarlo con una cucharilla.
Sinfonía n° 2 en Si menor.
Príncipe Igor.
En las Estepas de Asia Central.
él sólo podía dormir poniéndose un
pedazo de trapo oscuro sobre los ojos.
en 1887 concurrió a un baile
en la Academia de Medicina
vestido con el traje de fiesta nacional
al final, parecía excepcionalmente alegre
y cuando cayó al suelo
la próxima vez que escuches a Borodin,
recuerda…
3 comentarios:
Todos estamos cegados para entender bien al otro, a los otros.
Ni el saber va en las canas, ni el valor va en las barbas.
A menudo somos tenidos por lo que tenemos.
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