Cuando parta el espíritu
y se apague la vida,
y sean Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y acabe de la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la frente viva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el luminoso átomo
que preferí a la arcilla.
6 comentarios:
Destello o ráfaga en medio de la oscuridad: el "luminoso átomo"
Me dejaste sola, contigo dentro.
(DUKELSKY)
La felicidad genera angustia: la del temor a perderla.
(WAGENSBERG)
Serás lo que debes ser, y si no no serás nada.
¡Qué permeables son las fronteras de los estados humanos!
¡Cuántas nubes las sobrevuelan impunes,
cuánta arena del desierto trasiega de un país a otro,
cuánta piedra montañosa rueda hacia dominios ajenos
con brincos desafiantes!
¿Es necesario enumerar aquí cada pájaro que vuela
o se posa sobre una barrera
abandonada?
Aun siendo un gorrión, ya tiene cola
forastera,
pero el pico sí es de aquí. Y ¡cómo se mueve, no para!
De los innumerables insectos sólo mencionaré a la hormiga
que, entre el zapato izquierdo y el derecho del aduanero,
a la pregunta ¿de dónde y a dónde? no se molesta en dar
respuesta
¡Oh, ver con una sola mirada y con detalle ese desbarajuste
en todos los continentes!
Pues ¿acaso el ligustro de la otra orilla
no matutea por el río su cienmilésima hoja?
¿Quién sino la jibia, la de los brazos audazmente largos,
viola las sacrosantas aguas terrritoriales?
¿Se puede hablar de un orden tolerable
si ni siquiera las estrellas se dejan desacoplar
para que quede claro cuál brilla para quién?
¡Y para colmo, el punible derrame de nieblas!
¡Y el polen que se esparce a lo largo de la estepa,
como si nunca lo hubieran dividido en dos!
¡Y el retumbar de voces en las serviciales ondas del aire:
chillonas llamadas y borboteos llenos de significado!
Sólo lo humano sabe cómo ser de verdad ajeno.
Lo demás son bosques mixtos, obra del viento y de los topos.
(WISLAWA SZYMBORSKA)
Ayer murió en el mar una gaviota,
sin sentir en sus plumas la marea.
Saltó desde una nube desinflada
sobre un firme velamen en aprieto.
Nadie vio su parábola de fuga
hasta el blando sepulcro del océano.
Ni un recuerdo del vértigo curioso
señaló su existencia frente al puerto.
Yo la vi en la mañana, muy de cerca,
con mis ojos labrados en misterio.
Tan humilde vivió, tan desolada,
que las furias del viento no la hirieron.
En su pico quedaron las lloviznas
y en sus patas las conchas marineras.
Se quebraron sus alas en el mástil
y su voz dio su aliento a las arenas.
Que se vistan de negro los corales
y musite su angustia la ribera.
Cuando mueren los pájaros marinos
el silencio levanta sus compuertas.
(JORGE JOBET)
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