y al tiempo,
Parinacota de los pedregales,
lugar primero, madrugada del universo,
iniciación de los sentimientos,
donde piensa el viento grande
y se encuentran las edades.
Cuando nos conocimos
me envolviste con tu grito
y tuve la sensación de hundirme
en tu perennidad,
Parinacota, residencia de mi espíritu.
Dejé marcada en tus adobes
mi locura,
y se partió la blanca pared de las casas
cuando te conté aquello,
Parinacota de mi recuerdo.
Los dos llorábamos,
el ave bajó al arbusto
a sepultar su plumaje;
mas hará navegar su canto
hoy y siempre
en mi profundidad
y en los reflejos de tu laguna.
Tristemente vimos a las vicuñas
doblegar su salvaje trote frente a la muerte,
pero desde aquel tiempo
siento correr la dulce sensibilidad de ellos
entre mi sangre,
Parinacota, mi necesario hallazgo.
¡Cómo estás en mi!
que cuando te sueño
me responde tu ventarrón,
ese de tus tardes,
de tu lluvia,
de tus confidencias en esa blancura
del tiempo de invierno,
de esos días en que buscas
y corres riendo sobre tus penas
o llorando frente a tu encuentro.
Nuestra dulce desgracia, Parinacota,
los dos la guardaremos,
no habrá más quien la sepa.
Yo te entregué mi locura
y tú me confiaste el frío de tu tristeza
en el lenguaje perenne de América…
Todo multiplicará entre tú y yo solamente.
Parinacota, maternal huella encontrada.
4 comentarios:
La provincia de Parinacota es una provincia de Chile, que desde el 8 de octubre de 2007, pertenece a la región de Arica y Parinacota, siendo una de las dos en la en las que está dividida la región. Limita al norte con la provincia de Tacna perteneciente al departamento de Tacna, en el Perú; al sur con la provincia del Tamarugal en la región de Tarapacá; al este con los departamentos de La Paz y Oruro, en Bolivia; y al oeste con la provincia de Arica.
Para estar bien,
mucho más que dónde
importa con quién.
El alma es como cualquier materia:
¿por qué debería permanecer intacta, serle fiel a una sola forma,
cuando podría ser libre?
(LOUISE GLÜCK)
Si pudiera
reconstruir un solo
rincón de aquella playa
sin salida posible, si pudiera
volver al sitio aquel, reconocer
la cerrazón de la cabaña, andar
a tientas hasta el último
recodo del silencio, ¿oiría
algo distinto a la fricción
de unas piernas con otras, al barrunto
de alguien aproximándose
en lo oscuro? ¿Vería
aún desde allí, ya en el terrado
de Sanlúcar, asiéndome
al parteluz de la ventana, el bulto
azul de los faluchos y, más cerca,
la agitación de las fogatas
que encendían los sigilosos areneros?
Imágenes sin ojos pasan
con más tenacidad que el giro
extenuante del recuerdo. Hortensia,
hija de Minos, no
es tarde todavía, ven, veloces
son las noches que hemos vivido ya:
aún estamos a tiempo
de no querer salir del laberinto.
(CABALLERO BONALD)
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