Mi loro ha muerto en una clínica de Huntington. Su vida fue un milagro. Era la envidia de todos los pájaros del vecindario. Cantó durante cinco años una pieza de Boccherini y un par de rancheras mexicanas que se sabía de memoria. En sus días agitados silbaba a las muchachas que pasaban por la acera de mi casa.
Cuando estaba alegre, la casa era un jolgorio. Sus silbidos armoniosos contagiaban de alegría a los pericos envidiosos de la otra jaula. Yo mejor hubiese sido canario, me decía: la muerte es una canción de cuna bajo un tremendo álamo que nos protege. Al álamo le gusta su familia, y deja caer sus hojas como moneda ensangrentada. Es un cielo enorme desde donde se ven las cascadas, las alas de las aves que retornan a ver el agua del principio.
Hoy estoy triste. Mi loro era un pedazo de cielo en este mundo de miedo.
6 comentarios:
Todo lo que amamos es un pedazo de cielo.
Creo que todas las aves son eso, "un pedazo de cielo", en mi historia fue un zorzal. Ahora son 7 patos.
Un lindo poema. Gracias.
El "morir" -la idea de la propia muerte y la constatación de las muertes ajenas- es un acontecer normal, biológico e inexorable que, sin embargo, nunca se integra del todo en nuestra normalidad ni en nuestra naturalidad.
(RAFAEL BALDAYA)
Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final.
Qué asombroso es pensar que durarás
un poco más que yo, contorno amado
de doliente tiniebla en que seguir muriendo,
reseca cicatriz de mi estatura,
cuerpo mío sin mí
en el que fue mi mundo.
(VICENTE GALLEGO)
La memoria tiene salas inmensas,
cuartos llenos de espejos,
polvo inaccesible. Pero, en cambio,
este instante es intermitente
como una imagen rota.
(PELLEGATTA)
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