No puedo saber
cuánto hilo les faltará a mis manos
para terminar esta tela.
Creo que ha sido la blancura
su tenue vocación y su misterio.
La trama profunda
que el inocente azar de su dibujo
y la solitaria fe que cifra el ritmo
de mis manos a la urdimbre.
Quizá esta tela es toda para el viento,
vela para un largo viaje en la incensura
de un lento mar que llama, lejos.
3 comentarios:
Mejor no saber cuánto hilo nos falta (o queda). Si no, estaríamos angustiados, mirándolo a cada rato como una cuenta atrás. Mejor así.
Ahora te recuerdo, quiero decir te quiero
para olvidar la muerte. Apenas si conservo de ti
tu inexistencia: tus ojos esperados como una
carta urgente, como un dolor urgente…
¡Qué hermoso hacerte ser cual eres como entonces!,
como cuando dejabas tu cuerpo libremente
de norte a sur, de oeste a este ¡entera
geografía! y recogía mi olvido tu memoria
y hacía tu aliento cuanto había borrado.
Qué hermoso era el principio y del principio
tú nada más y el mundo era contigo.
(CARMELO G. ACOSTA)
Los muertos no mueren en ellos, sino en nosotros.
(FERNÁNDEZ MALLO)
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