los que quedan en la casa deberían saberlo
en ese final de noche, donde cuelga a la vista de algunos
marginados, el terreno ese, tan cálido
deberían, insistimos
y además perdonar de antemano
la cara sonriente,
con mirada fija
por la llegada de la bruja que una vez adentro
crece mucho y lo cubre todo
los que enjuician saberlo deberían, aquellas máquinas que despiden,
los que aún no han llegado a esta habitación
porque aquí (adentro) fuera (de todos)
se enamoran los que deberían conocer la vida, los que estudian sin comer
los que quedan
y sólo pueden mirar por la ventana, sólo eso,
porque la situación ignoran
de la bruja, pelo largo
que le cubre la cara
sus poderes de paciente
cortan cualquier atadura
y no permiten concentrarse dentro
de las cinco paredes
de siempre en la historia de aquellos que vivir
querían, pero juegan apenas
que cierren las cortinas deberían decirles
para disimular el juego amoroso y la risa y el despiste que ha durado un año
improductivo para cualquier jefe recio,
jefe que cuenta concentrado
deberían gritarles eso:
que las brujas que suenan más que la lluvia en el cielo verde
traen momentos R, color presencia
y los arrincona y los enamora y los vuelve delirio sonoro
y que a ellos les importa, sí, y mucho
4 comentarios:
En cualquier momento puede venir la beuja a ponerlo todo, incluso nuestro pequeño simulacro de orden, patas arriba.
La BRUJA hizo de las suyas y escribí beuja
La historia tiembla aquí y ahora como un suelo sísmico. El pasado más negro fue ayer y puede ser mañana.
(MUÑOZ MOLINA)
Y ahora en dónde sobre qué vínculo en qué
botín he de apoyar el alma
en qué piedra por favor en qué
ayer. Nadie me dijo que comenzarían
hoy los siglos de la noche. Lunes
de una ciudad sobre la desolación.
Aquí hubo una población ya desplumada
su cacique en pedazos. ¿Y el plano
de las destrucciones? ¿Y los solares
que trazó el destrozo?
Me voy a inventar una ciudad. Es preciso
fundar un nombre, apenas vísperas
de una capital, como una predicción.
(Yo podría llamarla Imaginada, Abandonada,
Nada.) Solamente un sonido que nadie oye
útil para establecer la propiedad
sobre la duración de los resucitados.
Ah no nacida. Nombrada solo. Solo
viento sin ladrido que ahuyentara
el exceso de muerte. Heme aquí
clavando el estandarte de un ruido solitario
jugando con campanarios dibujando
calles inmemoriales enviando especialistas
en provocar el eco para no sentirme
solamente solo sino muchísimo más solo.
Completando la envoltura oral de una ciudad
que fue y que después ha de habitar
el hijo de quién de quién
sepultado vivo en su armadura
que será estatua viva
de una estatua colérica y velluda.
Volcada. Porque no tuvo tiempo todavía
para las acomodaciones nuevas del amor.
(JORGE ENRIQUE ADOUM)
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