miércoles, 8 de junio de 2011
Con la escoba en la mano (por José Luis Puerto)
Ese paso de danza
de la mujer humilde
delante de su puerta,
con la escoba en la mano,
quiere ser expresión de la alegría,
de ese gozo que lleva, ensimismado,
en el rostro, que mira a sus adentros
y sonríe dichoso,
no para nadie, sino porque el alma
se sabe en plenitud,
aunque ella nada sepa, la mujer,
más que vive y que es pobre
y que lleva una escoba entre sus dedos
y un niño que se agarra a su vestido.
Pero ella ahora se muestra
en el umbral de su vivienda, digna
y con un gozo pleno, ensimismado,
levemente inclinada su cabeza
y cerrados los párpados
mas en franca sonrisa fascinada.
Porque todo es un don
y nada merecemos.
Y sus pies con sandalias tan humildes
y desnudos, sin más,
muestran en su quietud
ese paso de danza reverente,
ese otro modo de sonrisa,
de plenitud lograda.
Y sus ropas tan pobres
no desmienten tampoco una belleza
aquí manifestada, sí, en el ser,
que se ofrece en el marco de su puerta
con toda su pobreza,
mas también
con el don cenital de su alegría.
de la mujer humilde
delante de su puerta,
con la escoba en la mano,
quiere ser expresión de la alegría,
de ese gozo que lleva, ensimismado,
en el rostro, que mira a sus adentros
y sonríe dichoso,
no para nadie, sino porque el alma
se sabe en plenitud,
aunque ella nada sepa, la mujer,
más que vive y que es pobre
y que lleva una escoba entre sus dedos
y un niño que se agarra a su vestido.
Pero ella ahora se muestra
en el umbral de su vivienda, digna
y con un gozo pleno, ensimismado,
levemente inclinada su cabeza
y cerrados los párpados
mas en franca sonrisa fascinada.
Porque todo es un don
y nada merecemos.
Y sus pies con sandalias tan humildes
y desnudos, sin más,
muestran en su quietud
ese paso de danza reverente,
ese otro modo de sonrisa,
de plenitud lograda.
Y sus ropas tan pobres
no desmienten tampoco una belleza
aquí manifestada, sí, en el ser,
que se ofrece en el marco de su puerta
con toda su pobreza,
mas también
con el don cenital de su alegría.
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10 comentarios:
Alegría de lo cotidiano, alegría de lo pequeño, de lo sencillo que no se nota pero está ahí.
Sí, y a menudo no sabemos por qué, como en el título de un libro de Joan Magerit: "Misteriosamente feliz".
¿Verdad, Anónimo?
Un puñado de personajes literarios han marcado mi vida de modo más duradero que gran parte de los seres reales, de carne y hueso, que he conocido.
(VARGAS LLOSA)
Cuando cojo la guitarra
y la sostengo en mis brazos,
enseguida me parece
que se acaban mis trabajos.
Se parecen tanto los partidos unos a otros, que la única manera de distinguirlos es ponerles un color.
(BARRETT)
Niños y niñas…
Luego el tiempo los mete
en cuerpos viejos.
(CUQUI COVALEDA)
La falta de merienda, en la cena se enmienda.
El hombre hace la historia pero no la planea.
(MARX)
Él abre los ojos,
siente,
se abandona.
Sabe ya que nada, nada
le pertenece,
salvo su dependencia,
y acata
el extraño señorío.
(RAFAEL CADENAS)
Los hombres son los ratones,
las mujeres son el queso,
y el matrimonio es la trampa
que nos coge del pescuezo.
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