jueves, 9 de junio de 2011
Donde la rosa estaba (por Walter de la Mare)
Sólo está el viento donde la rosa estaba,
fría la lluvia donde estaba la hierba,
y nubes como ovejas
trepan por los abruptos
y grises cielos donde la alondra estaba.
No está ya el oro donde tu pelo estaba,
no está el calor donde estaba tu mano,
sino vago, perdido
debajo del espino,
tu espectro está donde tu rostro estaba.
Triste el viento donde estaba tu voz,
lágrimas donde mi corazón estaba,
y ya siempre conmigo,
hijo, siempre conmigo,
sólo el silencio donde estaba la esperanza.
fría la lluvia donde estaba la hierba,
y nubes como ovejas
trepan por los abruptos
y grises cielos donde la alondra estaba.
No está ya el oro donde tu pelo estaba,
no está el calor donde estaba tu mano,
sino vago, perdido
debajo del espino,
tu espectro está donde tu rostro estaba.
Triste el viento donde estaba tu voz,
lágrimas donde mi corazón estaba,
y ya siempre conmigo,
hijo, siempre conmigo,
sólo el silencio donde estaba la esperanza.
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9 comentarios:
La edad adulta es la infancia fermentada.
(ORTEGA)
El que regala bien vende, si el que recibe lo entiende.
Nos acostamos
distantes. Entre sueños
me ha abrazado.
(SORIANO)
Elvin Jones seguía tocando solos durante minutos y minutos y a cada momento la corriente poderosa de la música se transformaba en patrones rítmicos inusitados, en trepidaciones sísmicas de tambores y unos segundos después en sonoridades sutiles como de lluvia o de brisa entre hojas, en polifonías de golpes, latidos, pasos, redobles, ruedas de tren, crecidas y raptos de bongós en danzas en círculo alrededor de las hogueras. Ahora el tiempo exterior, el de los relojes y los horarios quedaba cancelado. El único tiempo que existía era el que gobernaban con solemnidad de liturgia y desvarío de trance los tambores de Elvin Jones, batiendo contra la expectación sobrecogida del público como un corazón en la oscuridad cóncava del interior del cuerpo, en el expandirse y contraerse de los pulmones y el fluir de la sangre.
(MUÑOZ MOLINA, en "Como la sombra que se va").
Regresé un día
a aquel lugar de entonces.
Nadie era tú.
(SUSANA BENET)
Yendo y viniendo
me fui enamorando.
A veces riendo,
a veces llorando.
Un mono vio un pez en el agua y, pensando que estaba ahogándose, lo sacó para salvarle la vida. El pez murió.
Así de importante es entender el mundo del otro.
Corcel no es más que caballo. Un asno no es más que un burro.
Es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos versos, y yo su redactor.
(BORGES)
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