lunes, 20 de junio de 2011
La gran ola te trajo (por Jorge Luis Borges)
El inútil amanecer me encuentra en una esquina desierta; he sobrevivido a la noche.
Las noches son olas orgullosas; olas pesadas y oscuras, abrumadas con todos los tintes del despojo, abrumadas con cosas imposibles y deseables.
Las noches tienen un hábito de regalos misteriosos y de rechazos, de cosas a medio entregar, a medio rehusar, de joyas con un hemisferio oscuro.
Las noches actúan de esa manera, te lo advierto.
El oleaje, esa noche, me dejó los acostumbrados retazos y cabos sueltos: algunos odiados amigos para charlar, música para los sueños, y el humear de amargas cenizas. Cosas que no le sirven a mi corazón hambriento.
La gran ola te trajo.
Palabras, unas palabras, tu risa; y tú tan indolente, tan incesantemente hermosa. Charlamos y has olvidado las palabras.
El destrozado amanecer me encuentra en una calle desierta de mi ciudad.
Tu figura que se aleja, los sonidos que van a formar tu nombre, la cadencia de tu risa: estos son los insignes juguetes que me dejaste.
Los pongo de cabeza en la madrugada, los pierdo, los recupero; se lo cuento a un puñado de perros vagabundos y a las pocas estrellas extraviadas de la aurora
Tu oscura y esplendorosa vida...
Las noches son olas orgullosas; olas pesadas y oscuras, abrumadas con todos los tintes del despojo, abrumadas con cosas imposibles y deseables.
Las noches tienen un hábito de regalos misteriosos y de rechazos, de cosas a medio entregar, a medio rehusar, de joyas con un hemisferio oscuro.
Las noches actúan de esa manera, te lo advierto.
El oleaje, esa noche, me dejó los acostumbrados retazos y cabos sueltos: algunos odiados amigos para charlar, música para los sueños, y el humear de amargas cenizas. Cosas que no le sirven a mi corazón hambriento.
La gran ola te trajo.
Palabras, unas palabras, tu risa; y tú tan indolente, tan incesantemente hermosa. Charlamos y has olvidado las palabras.
El destrozado amanecer me encuentra en una calle desierta de mi ciudad.
Tu figura que se aleja, los sonidos que van a formar tu nombre, la cadencia de tu risa: estos son los insignes juguetes que me dejaste.
Los pongo de cabeza en la madrugada, los pierdo, los recupero; se lo cuento a un puñado de perros vagabundos y a las pocas estrellas extraviadas de la aurora
Tu oscura y esplendorosa vida...
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6 comentarios:
Un barco está seguro en el puerto, pero un barco no es para eso.
Aramos, dijo la hormiga, e iba en el lomo del buey.
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
(BORGES)
Añorar el pasado es malgastar el presente.
(proverbio letón)
Bajo la piedra
el edén de los musgos,
pulgones, grillos…
(CUQUI COVALEDA)
La falsa humildad equivale a vanidad.
(PASCAL)
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