lunes, 6 de junio de 2011
Toco tu boca (por Julio Cortázar)
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
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12 comentarios:
Qué grandes sois los que hacéis esto. Es que no falláis ni un tiro.
Bueno, Anónimo, el símil del tiro no nos va mucho, ya que aquí todos somos pacifistas, pero nos alegra que te guste nuestra pequeña selección o antojolía (que no antología) poética. Saludos.
El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, siempre que te guste vivir dentro de una institución.
(GROUCHO)
De esta vida sacarás lo que disfrutes y ná más.
¡ Cómo crece la necesidad con la abundancia !
(FERNANDO DE ROJAS)
Recuerdos llenos
de carcoma, de herrumbre,
de telarañas.
(RAFAEL BALDAYA)
La solemnidad es el disfraz favorito de la nadería.
Mi viejo barrio.
Todo se ha renovado
excepto yo.
(SUSANA BENET)
Madrugaba el conde Olinos
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar;
las aves que iban volando
se paraban a escuchar:
-Bebe, mi caballo, bebe,
Dios te me libre del mal:
de los vientos de la tierra
y de las furias del mar.
De altas torres del palacio,
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, cómo canta
la sirena de la mar.
-No es la sirenita, madre,
que ésa tiene otro cantar;
es la voz del conde Olinos
que por mis amores va.
-Si es la voz del conde Olinos,
yo le mandaré matar,
que para casar contigo,
le falta sangre real.
Guardias mandaba la reina
al conde Olinos buscar:
que le maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar.
La infantina, con gran pena,
no paraba de llorar;
él murió a la medianoche
y ella a los gallos cantar.
México, 1970.
Copa del Mundo, cuartos de final.
Inglaterra, dos arriba contra Alemania
y tranquila.
Mi hermano, regodeándose en silencio,
mi padre y yo sumidos
en un silencio rígido, abatido.
Me voy a la cocina
a hacer té,
Alemania descuenta uno.
“Muy poco, muy tarde”
declara mi hermano.
Vuelvo a la cocina,
Alemania iguala.
A mi padre y a mí nos sacan,
pestañeando, a la luz del día.
En tiempo extra,
Müller, ‘Der Bomber’, anota el gol ganador.
Nunca había abrazado a mi padre,
no he vuelto a abrazarlo desde entonces.
(GERRY MURPHY)
El "morir" -la idea de la propia muerte y la constatación de las muertes ajenas- es un acontecer normal, biológico e inexorable que, sin embargo, nunca se integra en nuestra normalidad ni en nuestra naturalidad.
Fuera, la noche clara, rebosante de estrellas, guarda rostros y palabras que no sabré decir jamás. Pero no siento tristeza, sólo gratitud. Si he regresado a Ítaca, si en los largos silencios de mi vida han resonado por un instante las notas del vals que los planetas y las estrellas, tan relucientes esta noche, danzan en la odisea de los espacios, siento que debo dar las gracias a una multitud de personas, incluso a las que he olvidado, que al quererme, o simplemente al estar a mi lado, con su presencia fraternal no sólo me han ayudado a vivir sino que son, quizá, mi vida misma.
(MADIERI)
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