Hazte cargo de esa voz que en ti,
como la sombra de un ausente que acompaña,
reclama ya lo suyo.
Súmala a la deshecha costumbre de tus vacíos y esperanzas,
concédele al menos un instante de reposo y memoria,
acógela.
Es tu voz más antigua,
el golpe del viento sobre las claridades de un primer día,
la palabra olvidada a causa de toda desdicha.
Que ella, como un mal amor, gobierne tu vida.
Déjala que hable y calla.
Su hora pide ya una forma a la luna y sus fantasmas.
3 comentarios:
No hay verdadera felicidad sin sencillez.
Un barco frágil de papel
parece a veces la amistad,
pero jamás puede con él
la más violenta tempestad.
Todos los ojos no lloran el mismo día.
(proverbio guineano)
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