Toda la vida del alma humana es un movimiento en la penumbra. Vivimos, en un anochecer de la conciencia, nunca seguros de lo que somos y de lo que nos suponemos ser. En los mejores de nosotros vive la vanidad de algo, y hay un error cuyo ángulo no conocemos. Somos algo que sucede en el descanso de un espectáculo; a veces, por determinadas puertas, entrevemos lo que tal vez no sea más que escenario. Todo el mundo es confuso, como unas voces en la noche.
Estas páginas en las que anoto con una claridad que dura para ellas, ahora mismo las he releído y me interrogo: ¿Qué es esto, y para qué es esto? ¿Quién soy cuando siento? ¿Qué cosa muero cuando soy?
Como alguien que, desde muy alto, intentase distinguir las vidas del valle, yo asimismo me contemplo desde una cima, y soy, a pesar de todo, un paisaje vago y confuso.
Es en estas horas de un abismo en el alma cuando el más pequeño pormenor me oprime como una carta de adiós.
Me siento constantemente en una víspera de despertar, me sufro la envoltura de mí mismo, en una sofocación de conclusiones. De buen grado gritaría si mi voz llegara a algún sitio. Pero hay un gran sueño en mí, y se desplaza de unas sensaciones a otras como una sucesión de nubes, de las que dejan de distintos colores de sol y verde la hierba menos ensombrecida de los campos prolongados.
Soy como alguien que busca al acaso, no sabiendo dónde fue escondido el objeto que no le han dicho lo que es. Jugamos al escondite con nadie. Hay, en algún sitio, un subterfugio trascendente, una divinidad fluida y sólo oída.
Releo, sí, estas páginas que representan horas pobres, pequeños sosiegos o ilusiones, grandes esperanzas desviadas hacia el paisaje, penas como cuartos en los que no se entra, ciertas voces, un gran cansancio, el evangelio por escribir.
Cada uno tiene su vanidad, y la vanidad de cada uno es su olvido de que hay otros con un alma igual. Mi vanidad son algunas páginas, unos fragmentos, ciertas dudas…
¿Releo? ¡He mentido! No oso releer. No puedo releer. ¿De qué me sirve releer?
El que está ahí es otro. Ya no comprendo nada…
3 comentarios:
Hay que cuestionar lo ya pensado. Hay que desconfiar de lo ya sabido.
(POPPER)
Si en el firmamento poder yo tuviera,
esta noche negra lo mismo que un pozo
con un cuchillito de luna lunera
cortara los hierros de tu calabozo.
La experiencia es eso: una triste riqueza que sólo sirve para saber cómo se debería haber vivido, pero no para vivir nuevamente.
(VICENS)
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