domingo, 19 de febrero de 2012
Otro poema de los dones (por Jorge Luis Borges)
Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Ángel Silesio,
por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego,
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía,
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Ángel Silesio,
por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego,
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía,
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
Este poema demuestra que Borges mentía cuando, en otro poema, pedía perdón a su madre (y decía que había cometido el mayor de los pecados) por no haber sido feliz. Pedía perdón a su madre porque, si él hubiera sido más feliz, habría hecho más feliz a su madre. O sea, que querría haber sido más feliz no por él mismo, sino por su madre. Pero digo que Borges mentía porque Jorge Luis fue inmensamente feliz, ya que su mente era totalmente intelectual y literaria (de la misma forma que otros tienen una mente física y erótica y entonces su felicidad consiste en hacer deporte, llevar una vida de acción y yacer con muchas damiselas). Borges era un ser profundamente mental e intelectual, y con su curiosidad espiritual, su pasión filológica y sus libros (los que leyó y los que escribió) sin duda disfrutó como un enano.
Pienso, LuisMi, que el artista -el poeta lo es- no se identifica siempre con los valores que exalta; que, llevado por la libertad creativa, brujulea por aguas que le son desconocidas y que se deja llevar por el impulso del arte, que tiene leyes que le son propias. No siempre se retrata el poeta en lo que escribe.
Y así un pintor medieval lo mismo pintaba una alegoría de la Fe, de la Esperanza, de la Caridad, en el muro de la capilla conventual, y, a la vez, plasmaba en tabla el encargo del tirano feudal, que le pagaba por representar la gloriosa -y brutal- victoria sobre el pueblo rival, con el relato de los suplicios y abominaciones inferidas a los derrotados.
Era el mismo artista, el mismo hombre. La calidad de la tabla que pormenorizaba el horror no desmerecía en arte al fresco de las virtudes teologales.
En cuanto a Borges, no me pasa desapercibido que quien glorifica el último día de Sócrates, es el mismo que saludó el golpe militar del vesánico Videla. Luego se arrepintió, pero antes había compuesto hermosos versos, llenos de humanidad.
Por no citar a Neruda, que -según cuentan- repudió a una hija suya disminuida.
Somos seres paradójicos: en una mano, la rosa; en la otra, el puñal
Por Galileo. Por Borges. Por Cristo
Me ha gustado mogollón, es el escritor por excelencia y el único que tiene hooligans, arrepentirse es de sabios y era una gran persona . El artista propone y cada cual entiende lo que le parezca , no se puede contentar a todo el mundo.
Saludos
Sobre las opiniones políticas de Borges, está claro que la genialidad y la estupidez conviven en el mismo cerebro. Borges era un intelectual nato y de política no sabía ni papajota. Él mismo lo reconocía. Una vez leí una entrevista en la que decía que, si le eligieran para gobernar algo, dimitiría al segundo siguiente. Aparte de eso, Borges soltaba a veces paridas en plan provocata. Por ejemplo, cuando afirmaba que leyó por primera vez el Quijote en inglés y le pareció una genialidad, pero cuando después lo leyó en español le pareció una obra menor. O cuando decía de Antonio Machado: "¿Quién era ése? Ah, ya, el hermano de Manuel Machado". Borges, al menos a ratos, era de ésos que lo pasan pipa llevando la contraria (un poco como nuestro amigo y comentarista F). Por lo demás, y siguiendo con las opiniones políticas de don Jorge Luis, ¿quién no tuvo nunca una hora tonta?
Mas o menos así opinaba Sábato a quien quisieron enfrentar con Borges pero no entró al trapo. Hay muy buenas entrevistas a Sábato y Borges , en Youtube.
Saludos
Ni contigo ni sin ti
tienen mis males remedio.
Contigo, porque me matas.
Sin ti, porque yo me muero.
No conocemos más que una pequeña parte del universo. Sí, pero yo conozco tu boca entera.
(C. E. DE ORY)
El melón en ayunas es oro, al mediodía plata y por la noche mata.
Quiero escribir "primorosamente" pero los dedos teclean "rpimorosamente". Al garete el primor, el cuidado, el tino. Ahora la palabra dice justamente lo contrario de lo que significa.
(ANTONIO RIVERO TARAVILLO)
El triunfo es breve porque engendra soberbia, y la soberbia es germen de derrota.
Publicar un comentario